La vida ha sido dura con R., ella siempre me contaba sus cosas, supongo que mi manera de ser facilita que la gente se suelte, suelo escuchar y hablar cuando debo.
Nació en una familia muy humilde y desde muy joven tuvo que trabajar. Cuando era adolescente su padre se fue de casa dejándola a ella y tres hermanos más sin un puto duro y con una madre más loca que un cencerro, ludópata y despreocupada. A ella le tocó cuidar de sus hermanos, de los cuales uno es yonki, el otro se dedica a la delincuencia cutre y el tercero cumple condena de muchos años por haber asesinado a su novia cuando ésta decidió dejarle.
La vida le sonrió cuando, aún con sólo 18 años, conoció a un apuesto y rico agricultor e la comarca, con el cual se casó y tuvo a O. su hijo. Poco se imaginaba ella que estaría encerrada en una jaula de oro con unos huraños suegros y haciendo de Cenicienta mientras su marido hacía su vida y tenía otro hijo con otra mujer hasta que se cansó de esclavizarla, maltratarla y humillarla y la echó de casa con una mano delante y otra detrás.
Tuvo que buscarse la vida como pudo, corren muchas leyendas sobre su reputación y cómo sacó ella sola adelante a su hijo, ya que el hijo de puta de su ex-marido prefería pagar costas y atrasos en juicios que facilitarle la vida. Al final la vida perra pudo más que su fortaleza y la botella se convirtió en su gran aliada.
Muchas mañanas llegaba al trabajo con un careto descompuesto y la oía vomitar en el lavabo durante horas. Arrimaba el hombro y sacábamos el trabajo adelante como unas javatas. Algunos días nos íbamos a comer juntas y yo observaba cómo casi ni tocaba la comida del plato y sólo bebía y fumaba sin parar, contándome entre lágrimas todos sus avatares. Hice por ella lo que pude, pero siempre he tenido la sensación de no haberla ayuado mucho. Hasta que me la encontré la semana pasada....
-¡¡Coño, R., tía, cuánto tiempo!!.
-¡¡Jodeeeeer, S., ya te digo!!.
-¿Cómo te va la vida?
-Como siempre, es un asco, O. ya vive con su novia y yo en el paro.
-¿Y P., aún está en tu vida? (P. también es alcohólico y separado con unos hijos que nunca ve).
-Psé, ya sabes, va y viene cuando le da la gana, me deja sola y sin un puto euro (con lágrimas en los ojos).
-Joder, qué tío, siempre igual, ¿no estás cansada ya de hombres?.
-Pues sí, pero ya sabes, ni contigo ni sin ti, la soledad me duele y me sienta mal.
-R. tienes mi teléfono, yo sigo siendo la misma, sabes que puees llamarme cuando quieras, para tomar unas cervezas, para contarme lo que quieras o para contar conmigo.
-Gracias, ya lo sé, pero hace tanto tiempo que estoy taaaan abajo que me he acostumbrado a mal vivir y a no pedir ayuda. Llámame la semana que viene y comemos juntas, tengo muchas ganas de charlar contigo.
-Hecho, te llamo el martes y quedamos. Si hace sol comemos en una terraza y así podemos fumar como carreteras, como en los viejos tiempos.
-Sí, por favor, llama.
-Cuídate y dale recuerdos a tus hombres. Sobre todo a O., es un sol, joder.
Llevo días pensando en ella, voy a llamarla hoy mismo, cuando salga de clase, eso si no me la vuelvo a encontrar, porque vive aquí al lado.
Le doy vueltas a lo perra que es la vida a veces con algunas personas. Personas sensibles con mucho corazón, que la vida se les atraganta y no pueden con ella. No es cuestión de ser débil, es cuestión de ser sensible, altamente emocional a la vez que más valientes que todos los gladiadores de la Roma imperial. Sobrevivir es difícil de cojones.
Me gustaría ver a R. feliz, que dejara el alcohol y recuperara su bello rostro ahora abotargado por la bebida, que encontrara un buen hombre que la amara y respetara y la hiciera sentir como la reina que es. Aún con todo, siempre que estamos juntas, no paramos de reirnos de todo, de nosotras, de la vida, del sufrimiento. Aprendo mucho y no creo ni que se lo imagine, me da grandes lecciones de superación y valentía.
Es la hora.......voy a llamar.........