Hace unas cuantas semanas vi un programa en televisión en el cual el afamado y guapetón presentador de turno catalufo pasaba unos días con Xavier Rubert de Ventós, filósofo y escritor.
Cuando le preguntó qué década de su vida creía que había sido la mejor, él, sin resquicio de duda, contestó que los 40.
Los 40....los malditos cuarenta que tanto pesar y juego dan.
Xavier explicó cómo, durante la vida, dos líneas avanzan en sentido opuesto.
Una, la de la EXPERIENCIA, va ascendiendo a medida que pasan los años.
La otra, la de la ENERGÍA, va en descenso sin remisión.
Hay un momento, explicó él, en el cual ambas se cruzan: los 40. Los dorados 40.
A los 40 atesoramos suficiente experiencia vital para aceptar y ver venir las cosas con madurez y por otra parte aún conservamos energía como para quemar cartuchos, tantos como podamos.
Al mirar atrás apruebo cuanto he vivido, no me reprocho nada o casi nada, valoro lo que he ganado con los años: personas inestimables que me quieren y a quienes querer.
Si miro el presente comulgo plenamente con Rubert de Ventós: poseo madurez suficiente como para afrontar el futuro y así mismo me siento capaz de tantas cosas aún....aprender, hacer cambios, apasionarme, amar y ser amada, jugar y dar juego, educar en rebeldía, ser cabal e insensata cuando sea necesario.
En definitiva, queridísimas amigas, estamos en lo mejor, que no cunda el pánico. Esta decena es el cenit de nuestras vidas, vamos a exprimirla como nosotras sabemos.
Aún nos queda mucho por vivir, por sentir, sentando la cabeza y a ratos dejándola aparcada.
Viva la madura insensatez.
Al mirar atrás apruebo cuanto he vivido, no me reprocho nada o casi nada, valoro lo que he ganado con los años: personas inestimables que me quieren y a quienes querer.
Si miro el presente comulgo plenamente con Rubert de Ventós: poseo madurez suficiente como para afrontar el futuro y así mismo me siento capaz de tantas cosas aún....aprender, hacer cambios, apasionarme, amar y ser amada, jugar y dar juego, educar en rebeldía, ser cabal e insensata cuando sea necesario.
En definitiva, queridísimas amigas, estamos en lo mejor, que no cunda el pánico. Esta decena es el cenit de nuestras vidas, vamos a exprimirla como nosotras sabemos.
Aún nos queda mucho por vivir, por sentir, sentando la cabeza y a ratos dejándola aparcada.
Viva la madura insensatez.