Llegando a casa con el carro de la compra ve dos motos de los mossos aparcadas frente el portal. Suspira. Está muy cansada y piensa en cuánto rato tendrá que esperar en la calle porque hay tangana en la escalera. Ve salir a la calle a la pareja de la benemérita catalana y éstos la saludan. Conoce ya a todo el cuerpo del orden de la ciudad donde vive. Después de intercambiar saludos le cuentan que todo está en orden, que pasaban por ahí y han entrado a hablar con el de seguridad para saber si las cosas estaban tranquilas. Y mientras le comentan que ya saben que es una putada convivir con los okupas cae en picado un cubo lleno de excrementos que roza sus cabezas y estalla a sus pies. Repuestos del susto inicial, mi hermana siente un pinchazo en la espalda al ver sus manos en las pistolas. No puede más, la situación la supera. Una vez inspeccionado el regalo caído del cielo, o del quinto piso, o de no se sabe dónde, se relajan.
Entra a la finca una chica joven con un niño, es una de las nuevas incorporaciones. La mosso le dice que la conoce, que hasta hace una semana vivía en otro edificio ocupado pero que consiguieron desalojarlos a golpe de talonario.
Después de casi dos meses buscando un piso de alquiler, sin ganas, sabiendo que tiene que irse de allí si quiere preservar su salud mental, se entera que ellos cobran por largarse cuando un día antes había recibido un burofax en el que se la informaba que de no avisar con un mes de antelación si quería irse, no iban a devolverle la fianza. Me pregunta cómo hay que llamar a esto...MUNDO AL REVÉS, respondo al instante.
Horas más tarde hay reunión con el propietario, su abogado y el nuevo administrador de la finca. Les piden paciencia, creen que hay solución, están negociando con la otra parte. ¿La otra parte? ¿Hay que negociar con los que te han ocupado una propiedad no desocupada? ¿Vas a negociar con los que sufren pacientemente y sin dejar de pagar ni un mes? El abogado cuenta que para no alargar más esta situación, hay que pagar, hay que darles algo para animarles a irse. Les hemos ofrecido 400 euros a cada uno y nos han mandado a la mierda, dice. Ahora estamos cerrando el trato en 1.200, ellos pedían 5.000 de entrada.
Y así están. Esperando que esos señores tan ocupados tengan a bien responder si les parece adecuada una "indemnización" de 1.200 euros por cabeza por haberse instalado por la patilla en 8 pisos. Mientras, no queda ni un contador del agua, ni una caldera, ni electrodomésticos, ni funcionan los ascensores... pero antes de que le metan fuego a todo, prefieren pagar. Mientras, hay unas cuantas personas que ven amenazadas su integridad física a diario, que se sienten atacados en su intimidad, que se quedan en números rojos en el banco pero no dejan de pagar ni una mensualidad...
Mientras, han convertido la okupación en un negocio basado en la extorsión. Mientras, las leyes les amparan.
Nos hemos equivocado mucho. Todos. O eso, o yo no he entendido aún de qué va esto de vivir en este mundo.