
Ya ni me acordaba de ti.
Suena el móvil y veo en la pantalla número desconocido. Táctica de ataque:
- creoqueteestásequivocandodenúmero
-piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
Me cago en tus muelas, no me cuelgues!. Almenos he podido decírtelo. No soporto que alguien se esté perdiendo este amor loco y furtivo por un error, por un simple número mal marcado, o solo por una cifra mal puesta. Ella merece recibir estas llamadas.
Suena de nuevo. Descuelgo pero no digo nada.
- Ya lo sé.
- Entonces... ¿por qué....?
- ¡Calla! ¡Cállate!
- Eeeehhhhhhh, pero bueeeeeno!
- Perdona. Déjame hablar. Lo sé desde la primera llamada, me di cuenta que había marcado mal cuando colgué. Pero me gustó. No había vuelto a llamarte porque he estado de viaje por trabajo.
- Podía haber sido un tío, una vieja, una miedosa paranoica...
- Ya. Me gustaba tu silencio. No me preguntes por qué, pero tenía la certeza que eras una mujer. Me has ido cogiendo el teléfono, me has seguido el rollo.
- ¿Mi silencio? Pero si no me dabas tiempo a decir nada. Te recuerdo que hace un segundo me has hecho callar.
- Perdona de nuevo.
- Bueno, pues nada, ahora ya está. Un placer haberte entretenido y que haya suerte con ese amor.
- No, no, noooooo... Quiero seguir llamándote.
- Ahora ya no tiene ninguna gracia, ya no hay intriga.
- Es que no tenías que haber dicho nada. Me gusta imaginarte, sí creo que voy a seguir llamándote.
- Mira... haz lo que quieras. Déjame hacerte una pregunta, ¿de dónde eres?, ¿desde dónde llamas?
- Mmmmmmmhhhh es que si te digo esto...
- Vale, pues nada, adiós.
- Soy de Vitoria y estoy en Vitoria.
Vaya, esta respuesta ha sido peor que un chute de penicilina de la que soy alérgica. Mira que hay sitios en este mundo y tenías que ser de una mini provincia que me trae demasiados recuerdos. Por un momento pienso que lo has dicho para putearme, que sí me conoces y has empezado tu cruzada para joderme. Pero menuda tontería de pensamiento...
- Me gusta cuando te quedas así y solo oigo tu respiración. ¿Te pasa algo?
- ¿Cómo te llamas?
- Iker
- Me estás engañando.
- ¡¡¡¡Ahí va la hostia!!!! No.
- Jajajajaja, vasco sí eres. En serio, que ya está "game over".
- No. Te llamaré más.
- Pues hazlo desde un número en el que yo pueda localizarte.
- No. Bueno, no sé... ya veremos. Dime tu nombre.
- Ni hablar. Ahora la anónima soy yo. Cómo cambian las cosas ¿eh?
- Vaaaaamos. Yo te lo he dicho.
- Tú has llamado a mi puerta, yo no. Así que es de educación presentarse. Por cierto, me gusta tu voz.
- Te llamaré. Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiip
Qué lástima, con lo que prometía esta historia. Prometí contarlo si pasaban más cosas. Siento que no haya tenido más glamour.
¡¡¡Eeeeeeeeso es todo amigos!!!