viernes, 30 de noviembre de 2012

"Setis-fexion"



Es lunes y libro en la colifatería.

El día ha amanecido nublado, amenaza lluvia, miro el pronóstico en mi web meteorológica de cabecera, un 42% de posibilidades de lluvia allí donde quiero ir a cazar....me da igual, me gusta mojarme.

Me calzo las botas de montaña, el chubasquero, el brazalete que me da licencia para cazar en los bosques de Poblet (previo pago de 10 pavos por toda la temporada), pillo mi macro cesto y me voy a la montaña.

La satisfacción no llega sólo con el botín (que ésta vez ha sido variado, suculento y espectacular), sino también con el regocijo que mis sentidos experimentan: el olor del bosque húmedo, la absoluta soledad, los colores del otoño (la mejor estación del año con diferencia), los sonidos crepitantes de los animales recorriendo su territorio, el silencio a veces roto por las hojas al caer, o por mis gritos orgásmicos ante los hallazgos fúngicos, el cansancio que se va acumulando en mis piernas, el dolor de mis brazos de cargar con el peso de la cesta.

Pasan las horas y no hago caso del tiempo, estoy en plena naturaleza, un lunes por la  mañana, bosques mixtos infinitos a mis pies, no hay nadie, soy feliz.

Una niebla asciende desde el fondo de la montaña, la luz se vuelve oscura, parece que esté anocheciendo, pero nada me frena. ¿Lloverá?, da igual, me gusta la lluvia, sobre todo en el bosque.

El privilegio de tener esos bosques a tan sólo treinta minutos de mi casa no tiene precio.

¿Queréis orgasmos? Perderos en un bosque.Cuando os reencontréis estaréis renovados.

Y después perderos por Razzmatazz el domingo a disfrutar de la tralla de THE HIVES...ahí estaremos.




martes, 27 de noviembre de 2012

...necesito tus manos



* mano a mano con Bill

"Escribe algo conmigo a cuatro manos..." Me seduce la idea de compartir sensaciones con alguien y poderlas contar desde la óptica del deseo de cada uno.
Acepta. ¡Cómo le gusta jugar y seguirme el rollo!
"Todavía no me has pasado nada. ¿Estás en ello?". Estoy en ello, pero no acaba de fluir, necesito algo que me encienda.

Mientras espero que las musas acudan a mi encuentro me preparo para recibirlas con una hoja en blanco, el bolígrafo en la mano izquierda y la derecha apoyada en el papel. Percibo que el contacto de tus manos en mis pechos funciona como el mecanismo o el hilo de una marioneta, mueve mi brazo y acciona mi mano para la escritura.

Aparto la mirada del papel la dirijo hacia tus manos que han entrado sigilosamente por el escote de la camiseta y ahí están, cálidas, suaves y acariciantes.
Noto tu respiración por encima de mi cabeza, meciendo mi pelo. No sé si estás oteando y leyendo lo que escribo pero me pone nerviosa solo pensarlo. ¡Qué rara soy, a veces! Puede susurrarte sin rubor cualquier cosa, pero cuando las palabras toman el papel siento pudor, vergüenza.

Sigo escribiendo mientras con la mano desocupada busco a tientas tu entrepierna. Te aprietas contra el respaldo de la silla aprisionándola para que note tu excitación. Sonrío maliciosamente sin mirarte.
Quiero tenerte al alcance de mis ojos e intento hacértelo entender con mi mano atrapada. Pellizco levemente tu muslo pidiendo clemencia y eso hace que te apartes mientras me dices "eres muy mala". No quiero que te vayas, me gusta que me desconcentres, que me pongas las cosas difíciles, y lo sabes bien. Pero ahora quisiera que me dictaras al oído qué quieres de mí. Que me ahorraras tener que intuirlo, me gustaría dejarme llevar por ti, sin más.

Tú decides ir por libre, (ya me conozco eso), bajándome la cremallera de la sudadera y bajando las mangas hasta la muñecas. Sabes que así no puedo escribir y ves en mi gesto la desaprobación. Tiras de la silla y girando las ruedas la atraes hacia ti y con una sonrisa socarrona te acercas y me besas mientras terminas de despojarme de la chaqueta. Levanto los brazos y me quitas la camiseta. Tengo que volver al papel, éste no era el trato, por más que me distraigas tengo que terminar mi parte hasta pasarte el relevo, así que toca resistirse a la tremenda tentación de pasar a la acción y olvidar la prosa.
Con los pies acerco de nuevo la silla a la mesa, te cojo de la mano para que me acompañes y te sientes en la mesa mientras esperas turno. Tú prefieres ponerte en cuclillas y mirar mi torso desde abajo, me tocas y se me eriza todo el vello, causas ese efecto en mí. Tengo frío pero decido no quejarme, ahora mandas tú. Si me miras te deseo, así que trato de apartar mis ojos de los tuyos y ocuparme de lo mío, misión complicada donde las haya.

Sabía que no podía confiarme, que usarías todas las tretas posibles, pero no creí que atacarías por ese flanco, ¿estás intentando bajarme los pantalones? ¿Debo resistirme? Si juego a la resistencia tampoco estoy por lo que debo, así que voy a facilitarte la operación arqueando la espalda para que puedas hacerlo. Me arrancas de la piel de una sola vez el pantalón y las bragas dejándolos en los tobillos con las piernas abiertas. ¡Dios, estoy perdida! Ya no veo tu cara solo tu cabeza entre mis piernas y siento tus manos cogiéndome fuertemente por las caderas. Cierro los ojos esperando que exista la escritura automática. Siento el frío en mi cuerpo y el calor entre mis muslos, un calor húmedo y un calambre que recorre mi cuerpo. Apoyo los brazos en la silla e intento mantener mis manos ocupadas con el bolígrafo pero tu lengua me lo pone muy difícil, sigo escribiendo y se me escapa un gemido.

Te pido, te suplico que pares, que me permitas acabar pero haces caso omiso. A cada "por favor" hundes más tu cara y tu lengua dentro de mí.
De acuerdo, tú ganas. Game over for me!
Te toca querido...

Gracias querida. Me siento en el trono del imperio de papel, un taburete de madera, no usurparé el trono a la reina. Relamo tu jugo, sonriendo ante la idea de que querrás obstruir mi escritura. Leo tu texto mientras te recompones, te vistes las bragas húmedas y esa camiseta de tirantes que calca tus pezones de recién corrida, erectos, desafiantes, tan apetecibles. Me apetece follarte ahora mismo, en el suelo, pero soy un hombre que cumple los tratos, y no, no puedo tocarte. Debo seguir escribiendo.

Te acercas con una sonrisa de ángel caído, te inclinas para decirme a la oreja "¿quién va a ser mala ahora?", y se me ocurre una gran maldad. Estoy tan caliente que si me masturbara intensamente emborronaría el papel con mi tinta viscosa, ¡sin romper el trato inicial de no tocarte! La idea me hace sonreír, te extrañas, y preguntas. Cuando escuchas mi explicación me susurras de nuevo "¡Eres un cabrón!". "Lo soy y cómo te gusta. Pero me contendré porque soy aún más cachondo que cabrón y quiero saber qué sorpresa me espera". Así que acabo por comportarme como un buen mal chico y me quedo quieto, salvo por mi mano derecha que esgrime el bolígrafo.

Me gusta registrar esta realidad, dar fe de los pezones que clavas en mi espalda mientras lees sobre mi hombro. Acercas tu cara a mi nuca, siento tu aliento, tus manos que se desatan ahora, que deciden (no sé por qué a veces pienso que tus manos van por libre, cono si no interviniera tu pensamiento) desatarme la camisa. Me excita que me explores, que acaricies mi pecho bajo la franela, mi vello a tu merced, mi excitación, mis latidos allegro molto vivace cuando una de tus exploradoras baja a mi cintura, desabrocha el botón del pantalón y se recrea en mi calzoncillo abultado.

Ronroneas que te gusta mi polla, que te pone cachonda de nuevo, mientras acaricias mi punta a través de la tela. Quieres sentir cómo calo ligeramente el algodón, anuncio de una gran calada posterior, quieres sentir cómo se agita mi respiración. Me cuesta tanto mentenerme así, tan inmóvil. Ya sabes que no podrás atarme, así que aprovecha esta situación como si estuviera atado para ti.

Cuesta escribir, cuesta siquiera mantener los ojos abiertos, con unas caricias diestras en mi polla, sintiendo tus pezones contra mis omoplatos y los nudillos de tu mano izquierda masajeando la base de mi columna, masaje colateral al que tus dedos dedican tus humedades. Cómo me apetece volver a comerte, me excita tanto sentirte así de caliente. Ahora eres todo magma, todo sustancia incendiaria que me quiere arrasar. Y consigues que claudique, que me entregue a tus caricias, cerrando por un momento mis ojos.

Te incorporas, me sorprendes con un beso y me reprochas, no me ves escribiendo. Tienes razón, mes estaba dejando llevar, desatendía mis deberes. Desde mi costado izquierdo tomas mis pantalones para bajarlos, esto se pone cada vez más difícil, cada vez más duro. Durísimo. Caen un par de monedas de mis bolsillos, sonreímos, miras a mis ojos, sé que tengo las pupilas brillantes y del tamaño de esa moneda de un euro que rodaba. Sabes que estoy cachondísimo y lo vas a aprovechar. Has mordido mi cuello mientras bajabas mis bóxer hasta medio muslo (imposible contarlo en tiempo real, ojos irremediablemente cerrados ante la presión húmeda de tu boca contra mí, pero seré más firme). Ahora acabas de bajar mis calzoncillos y de regreso asciende tu mano por mi tobillo, por la rodilla. Acaricias la cara interna de mis muslos con ambas manos, arrodillada y entregada.

Ufffffff, qué voy a hacer ahora. Estoy perdido de placer, me pondré perdido, te pondré perdida. Tus labios son sabios, por lo que cuentan, por lo que callan y por lo que hacen, por el placer inmenso que en este instante provoca que desee la intervención de un observador internacional para acabar con esta tortura. Mi carne es demasiado débil para soportar tanto placer. Ya me estoy volviendo un poco loco y necesito liberarme.

Escribo y te hago una seña para que leas esto: ¿Puedo tomar un atajo para finalizar este relato?
La respuesta afirmativa de la sacudida de tu cabeza me anima y me alivia, iba a morir si seguía tan excitado. Así que ejerzo de futurólogo mientras sonriendo lees mi premonición:
- Mi corrida será explosiva, inundará tu coño en un acto de amorosa violencia sobre la alfombra. Tu coño volverá a derramarse con un jugo abundante y sabroso, se solazará con las embestidas desesperadas. Nos quedaremos medio muertos en un abrazo de piernas, brazos, lenguas y consciencias imposibles.

Así fue.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Victoria


No soy especialmente patosa pero si llevo las manos ocupadas me convierto en una inútil.
Me trauma mucho tener que ir todos los días con la bolsa de los tuppers, así que utilizo una que pueda llevar colgada al hombro.

Voy a paso ligero porque no quiero perder el autobús si pasa, cuando se rompe una asa y cae todo el contenido de la bolsa al suelo: tupper sucio y vacío, cubiertos y una manzana (no ingerida). Suelto un exabrupto tipo jodermecagüenyatodoooo, llevo un cigarrillo en una mano y el móvil en la otra que también acaba rodando por el suelo. Me agacho para recoger el estropicio y oigo una voz a mis espaldas diciéndome "Espera, ¡ya te ayudo!". Me giro y veo una venerable anciana que me tiende la manzana. Le doy las gracias y ella empieza a hablar.

Vaya, no te lo has comido todo, pues ¡muy mal! ¿Te gusta cocinar? (asiento con la cabeza). A mí me encanta pero cada día me da más rabia hacerlo. Total, vivo con el IMBÉCIL de mi marido  y con el gato... Seguro que tú cocinas y os sentáis todos alrededor de la mesa y te dicen que todo está muy bueno... él no, incapaz de hacerlo, solo engulle sin importarle lo que se mete en la boca.

(Hago un gesto de "bueno, me voy, adiós" pero ella me coge del brazo y me aparta del medio de la acera hasta quedarnos delante de un escaparate. Y no me suelta.)
Ahora salgo del cine. No es que me gusten mucho las películas que se hacen hoy en día, cualquier excusa vale para que haya sexo y sangre...pero me entretienen, y me digo Victoria tienes que vivir. Con tal de salir de casa y no verle ni aguantarle...No sé cómo ha podido volverse así, aunque bueno, de joven ya era un mal bicho y ahora ya no lo justifico, se me ha caído la venda de los ojos.(Tengo claro que no podré escapar. Dejó la bolsa en el suelo y me enciendo otro cigarro mientras la escucho. Solo escuchar, no he articulado ni una palabra más que gracias).

Él es más joven que yo, pero no lo parece. Está feo, gordo y calvo y no se cuida nada. Aquí donde me ves tengo 85 años, llevo 62 años casada con ESO, me he ocupado siempre de todo, de TODO!. Aaaahhh bueno, y tú no lo sabes.. encima es, es... no me acuerdo ahora como se dice...algo que se parece a psicópata, los que se lo juegan todo...
- Se llaman  ludópatas.
...eso, lo que tú dices. Hace años se arruinó por el juego, se deprimió, lo despidieron, un follón, un foooollón. Vivíamos de mis ahorros, de mi pensión. Luego empezó a trabajar por su cuenta pero tenía que controlar yo los temas de dinero porque volvía a jugárselo. Y caí enferma, muy enferma. No podía moverme de la cama, y le daba cada día 50 euros para que hiciera la compra. Y durante casi tres meses solo me trajo acelgas para comer. Nada más. Se lo gastaba todo. (En este punto del monólogo no sé qué cara debo poner, supongo que la de "perrito atento con la cabecita ladeada"  que me sale instintivamente). Y claro, enfermé más porque no comía nada de carne, ni huevos ni de nada. Solo acelgas. Y me quedé así de magra. (Hombre, pues sí, flacucha está).

Después de esto, cuando me recuperé decidí hacer la mía. Salir a pasear, a tomar unas hierbas, al cine... (Ahora sí, hago el gesto de basta, de me voy, y cuando quiero abrir la boca me agarra más fuerte del brazo y me intercepta el paso) Espera, esperaaaaa, solo un minuto, que ahora viene lo bueno. El otro día regresa a casa y me dice que ha estado en el bar de su amigo Santiago tomando algo. Que luego su amigo le ha invitado a subir a su casa y que la tenía tan hecha un porquería... pues que le ha ofrecido compartir nuestra casa cuando yo me muera "dentro de poco". Eso me dijo el sinvergüenza. ¡Que me moriré dentro de poco!

- ¡Y una mierda! Usted no se puede morir antes que él. ¡Pero qué hijo de puta! Ha querido matarla a base de tenerla solo a dieta de acelgas durante meses. No, él tiene que reventar antes, coño.
No, no lo va a conseguir. Bueno reina, ya está.  No te entretengo más. Yo me voy a la panadería a comprarme un chucho de crema. Va fino si se cree que me va a matar de hambre. Un placer haber hablado contigo.
Cruza la calle aprovechando el semáforo en verde. Veo pasar el autobús...Me cago en la vieja, en su marido y en la soledad de los viejos. Mientras espero el siguiente me pregunto si será el primer criminal que utiliza las ACELGAS como arma letal. Qué vidas de delirio.




domingo, 18 de noviembre de 2012

¿PERVERSA?



- ¿Cree que es perversa?
- ...
-¿?
 - ...
- ¿No lo sabe o no quiere responder?
- No estoy segura
-¿De saberlo? ¿De poder analizarlo?
- De ambas cosas. No sé si estoy, ahora mismo, capacitada para responder a eso.
- ...
- ¿Lo cree usted?
- Sí. Sin duda.

Hace ya bastante tiempo de esta conversación. Creo que debe hacer un par de años. Pero me acuerdo como si la hubiésemos tenido hace unos minutos. Fue un duro golpe, no puedo negarlo. Aparqué, temporalmente, la posibilidad de reflexionar sobre ello. Hasta hace una semana.

- He estado pensando últimamente en la aseveración de que soy perversa.
- Aaaahhhh... ¿si?
- Claro. No puedo quedarme indiferente a ello.
- Vaya.
- No estoy de acuerdo. NO soy perversa.
- ¿Ya no?
- ¿Como qué ya no? Yo no dije que lo fuese. Me lo plantó cual bofetón en la cara.
- Lo recuerdo.
- Yo también. No soy perversa porque no soy mala. No causo dolor esperando obtener satisfacción de ello. Así que no. No lo soy. Absolutamente no. Quizás le cuento cosas que no son para enorgullecerme, de hecho no me siento muy contenta con algunas de mis actuaciones. Pero se confundió. Soy muuuuy imperfecta, no una hija de puta.
- Jajajajajajaja... es la defensa o justificación más peregrina que he oído. ¡Muy imperfecta!. De todos modos está bien que haya pensado en ello.
- ¿Volvería a decir que sí sin dudarlo?
- Sí. Sin duda.

perverso / sa  (Del lat. perversus)

1. Adj. Sumamente malo, que causa daño intencionadamente.
2. Adj. Que corrompe las costumbres o el orden y estado habitual de las cosas.

Claro, se refería a la segunda acepción según la RAE.
Espero.

martes, 13 de noviembre de 2012

Compañero Infatigable


Mi bolso está viejo y ajado, pero me gusta.
Donde los demás ven algo harapiento y piojoso yo veo un compañero infatigable.
Juntos hemos vivido cientos de aventuras y desventuras, hemos recorrido mundo, hemos reído y llorado, gemido y bailado, tantas veces sexo, drogas y r'n'r...mucho r'n'r.
Tengo otros bolsos más grandes, más bonitos y más nuevos en casa. Pero suelo dotar a los objetos de cierto alma que me une a ellos. Tengo un punto Diógenes y dos fetichistas, me cuesta mucho desprenderme de según qué cachivaches, les cojo cariño y arrastro montañas de enseres de casa en casa, son mi tesoro, lo único que poseo. 
Quiero a mi bolso, me gusta, no pienso cambiármelo hasta que no se desintegre, y no es que le falte mucho. Cada vez que tengo que lavarlo me encomiendo a San Cucufato, para que salga vivo del tambor de la lavadora. Un final digno sería ese, en algún concierto, fiesta o bacanal, cayendo fulminado sin remisión. También se me antoja un buen final para mí, todo sea dicho de paso.

Dicho esto, hace algunos días, al llegar a la Colifatería, una de mis compañeras del turno de noche me esperaba sentada junto a la puerta de entrada, con una sonrisa en los labios y mirada de ilusión. No nos conocemos apenas, hemos cruzado cuatro frases siempre hablando de cómo ha ido la noche, de si éste está fatal o aquél otro lleva toda la noche cambiándose de zapatos.
"Cuando bajes al vestuario abre mi taquilla, hay una bolsa de plástico con algo para ti" me dijo.
Bajé dudosa, a saber qué me había traído aquella tía.Cuando abrí la susodicha bolsa vi que la ofrenda era UN BOLSO.
No me ofendí, al contrario, me dio una ataque de risa y lo metí en mi taquilla. Cuando subí a darle las gracias le dije:
Sincopada: Gracias. Tengo otros bolsos en casa, flamantes y hermosos, pero me gusta llevar éste. Muchas gracias, pero no te aseguro que me lo vayas a ver colgado al hombro, porque hasta que éste no se desintegre no me lo voy a cambiar. Hemos vivido muchas cosas juntos, es algo de tipo clan, emocional. Así que... .
Compañera: No te enfades, lo he encontrado por casa y he pensado que te gustaría. Y como siempre vas con ese que está que da pena... .
Sinco: Uhmmmmm (aquí me mordí la lengua para no liarla)...ya, pero es que a mí me gusta, le tengo cariño, ¡joder, que me gusta así de viejo, coño!.

Aún estuvimos cinco minutejos más discutiendo la jugada. No niego la buena voluntad de las personas cuando se meten donde no las llaman. Pero no deja de ser eso, opinar cuando no te lo piden, decidir sin respetar, juzgar sin conocer, ser un bocazas y un mete patas, vamos. Yo habría preferido que me diera la pasta para comprarme lo que me hubiera dado la gana. Desde luego, no habría sido un bolso. ¿Para que, si ya tengo uno adorable?. Desde luego, puta sociedad, no se puede uno hacer viejo... .


jueves, 8 de noviembre de 2012

Hubiese escondido la cabeza bajo el ala...


 Mi hermano es el ser más perfeccionista que conozco. Un esteta. Las cosas tienen que ser como "él cree" que son mejores. Su criterio de calidad es irrefutable.

Me enseñó unos guantes de ir en moto y me dijo "¿qué te parece este modelo?", como sabía que los había escogido él después de ver tropecientos mil y de compararlos con otros tantos, le dije que eran estupendos.
Sonrió y me dijo que no podía ser de otra manera. Luego comentó que los había comprado en una tienda que está justo una calle más arriba de donde yo trabajo y me pidió si podía comprar unos de la talla M para mi sobrina.
Acepté el encargo y se me quedó mirando perplejo. "¿Y no vas a hacerles una foto para no equivocarte?". Claro, como no había caído. Puse un guante encima la silla y le saqué una foto con el móvil. "Tendrías que hacer otra del reverso, no vayas a confundirte de modelo". Le miré asesinamente. Sabe que me saca de quicio. Puse el guante del revés y le saqué otra foto. Entonces empezó a hacer una especie de composición pictórica y le dije que me negaba a hacer fotos de bodegones de guantes. "Con esas dos ya vale, no empieces con las neurosis".

Hoy he ido a la tienda al salir del trabajo. Como los guantes estaban en el mostrador y no podía mirar por mi cuenta se me acerca un dependiente a preguntarme qué necesito. Le digo que quiero unos guantes negros que son impermeables por la parte de arriba y con una especie de tela de pana en la palma. El chico me mira con cara de no entiendo la descripción y empieza a poner guantes encima del mostrador. "No, no. Éstos no se parecen en nada o lo que te he descrito". Me acuerdo entonces de la foto. Saco el móvil y le digo que le voy a enseñar una foto del modelo que necesito.
Busco en las imágenes de la cámara y le enseño la foto. El chico me coge el móvil y empieza a hacer más grande la foto. "Pues no me suena este modelo, no lo tenemos". Recupero mi teléfono y le digo que tengo otra que quizás lo verá más claro. Abro la otra foto (suerte que siempre hago caso a los neuróticos para no cabrearles, hacía falta más de una imagen, tenía razón él) y vuelve a quitarme el móvil de las manos y la manipula para verla mejor. Mientras, aprovecho para decirle que sí, que tienen ese modelo porque mi hermano compró unos la semana pasada. Sigue mirando y oigo como dice que sí, que ya sabe cuál és mientras vuelve a hacer pequeña la foto y deslizando el dedo pasa a la siguiente.
Se queda con la mirada clavada en esa imagen y el dedo tonto intentando pasarla. Dios!!!! Ahí delante los ojos del muchacho están mis tetas. Un primer plano explícito.
Le arranco de las manos el puto teléfono al tiempo que suelto un "Ya ves. Cómo son las cosas, ¿eeeehhh?".

No tenía ninguno de la talla M, lo tendrá que pedir en otra tienda. Ahora tiene mi número de teléfono para avisarme y mi melones en su retina. ¡Qué vergüenza!

viernes, 2 de noviembre de 2012

WELCOME TO THE PLEASUREDOME - El tropezón

"Perdona, pero creo que es justo que te diga que yo no hago sexo oral"

... levanto la vista de entre sus piernas pensando que bromea ... pero no. El tío lo dice en serio. Desocupo mi boca momentáneamente para preguntarle ¿tú no lo haces pero te gusta que te lo hagan?. "Ah si, si, eso sí", responde.

Con dos cojones.

Pues lo tienes claro, querido. No se ha hecho la miel para la boca del asno. Se me están quitando las ganas de complacer a este imbécil al que acabo de conocer hace exactamente dos horas.

Desde que he estrenado mi nueva etapa de persona-que-practica-sexo-fuera-de-su-casa, he conocido a personas diversas. Con alguna, la cosa ha cuajado, con otras, no (aunque he tenido el placer de conocer tipos muy interesantes). Y casi nunca quedo con nadie tan a saco, pero la foto de este hombre me dejó con la boca abierta cuando contactamos por internet hace un par de días ... y eso tenía que comprobarlo con mis propios ojos. Así que quedé para desayunar con él y, efectivamente, hoy cuando aparece verifico maravillada que es tan bello como un hijo de Odín. Casi dos metros de Dios nórdico de ojos azules y preciosa boca. Un bonito envoltorio para un absoluto gilipollas ... aunque de eso me he percatado más tarde.

Lo primero que hace cuando llega es pegarme una pseudo-bronca porque no encontraba el sitio dónde yo le he emplazado. Como si fuera culpa mía. Disculpo la salida de tono porque son las 9 h. de la mañana y no tengo ganas de discutir y mucho menos con él, que me la trae al pairo. Lo segundo que hace es tomarse el café a todo correr para soltarme, al cabo de cinco minutos de haberse sentado, que no tiene mucho tiempo y que si nos vamos ya para el hotel. Actitud de "vamos chata, despachando rapidito que tengo cosas que hacer". A mi me da la risa ... vale que tengas 30 añitos y estés buenísimo, pero nene, ¿ni una miradita seductora?, pienso. Va a ser que no.

Por lo que veo es un tipo serio como un ajo y sin ningún sentido del humor. Está aquí y quiere sexo. Puro y duro. ¿Lo quiero yo? ... lo pienso un momento mientras observo ... mmmmh esa boca. Joder, la carne es débil. Sí.

Me deja colgada en el coche mientras va a buscar preservativos. Tarda muchísimo. Cuando vuelve, está cabreado porque a esa hora no encontraba nada abierto. Me siento -otra vez- atacada por su mal humor. Y yo, de nuevo, decido pasar.

Mientras esperamos a que nos acompañen a nuestra habitación, el tío se abalanza sobre mi y -podría decir me besa, pero nada más lejos- me rechupetea el cuello, las orejas, la boca, dejando un reguero de babas por toda mi cara ... parezco un helado de limón en manos de un gorila. Intento zafarme un poco de sus lametones , pero como buen cenutrio narcisista, lo que entiende de mi intento de escabullirme es que en realidad me está poniendo cachonda, así que intensifica el ritmo mientras me sujeta con una fuerza que no puedo contrarrestar. Salamandra, esto no pinta bien.

Ya en la habitación empieza a desnudarse como si yo no estuviera allí. Me siento en la cama y le observo divertida sin hacer nada. Se quita los zapatos, la camisa ... se queda desnudo de cintura para arriba y entonces se acerca para que le admire bien. Es blanco y lampiño como un bebé, la verdad es que lo prefería vestido (en este cutreblog somos todas muy fans del pelo en el cuerpo masculino). Aunque sigue estando tremendo.

Me quito la chaqueta. Parece que entro en calor.

Decido no dejarme chupetear más, y para ello lo más fácil es quedarme tal como estoy, él de pie delante mío, yo sentada. Mmmh, bonita vista. Creo que hay una presión aquí que debería aliviar. Le desabrocho el pantalón, abro la bragueta y bajo la goma del boxer mientras acerco mi boca al reciente descubrimiento. Sus manos en mi nuca bendicen mi gesta. Soy Bolívar libertador.

Me dedico a lo mío y él se deja hacer. Se deja hacer ... mucho. Y al cabo de un rato de oooohhhs, aaaaahhhs y temblores variados, es cuando deja ir por su preciosa boquita la frase que encabeza esta entrada. Copypaste recordatorio:

"Perdona, pero creo que es justo que te diga que yo no hago sexo oral"

Obvia decir que lo estoy flipando. En sí el tema no es que me importe especialmente, cada uno tiene sus manías, pero me parece de un mal gusto atroz esperar a este preciso momento para dejar constancia de que te encanta que yo sea carnívora, pero que tú, el marisco, ni catarlo.

Me dan ganas de darle una colleja. Dejo lo que estoy haciendo y espero a su reacción. No se hace esperar: se tira encima mío y me arranca la ropa que todavía llevo puesta. No tengo intención de currármelo en absoluto, así que le dejo hacers sin colaborar demasiado. En un minuto estoy desnuda y él entre mis piernas con la goma puesta y en perfecto estado de revista. Retozamos, cambiamos de postura varias veces, la verdad es que el tío es enorme y me lleva y me trae como si fuera una pluma. Con tanto trajín se olvida de besarme y consigo abandonarme al asunto. Y esto, lo hace muy bien... las cosas como son.

Al cabo de un rato estamos uno al lado del otro, intentando recobrar el aliento y mirando al techo. Jo, no ha estado nada mal, pienso. Y cuando me giro para decirle algo, un resorte invisible en su espalda le empuja a ponerse de pie como una exhalación. Le miro extrañada. Y entonces dice: "mira, creía que podría repetir pero es la primera vez que soy infiel, y me siento muy incómodo". Y se mete en el lavabo. Al rato oigo correr el agua de la ducha.

Lo flipo, again. Pero no tengo ninguna intención de hacerle de psicóloga -él sabrá- así que me incorporo y empiezo a buscar mi ropa para vestirme. Cuando sale, yo ya estoy atándome las Converse. Y entonces me pregunta: "¿puedo pedirte tu opinión?". Jajaja, me parto interiormente, me dan ganas de decirle que lo que más me ha puesto es cuando se ha bajado al pilón ("¡ah, no, que no lo has hecho!") ... aunque decido ser buena y le contesto que me ha gustado, quién soy yo para echar por tierra un ego tannnn desarrollado. Y entonces sonríe. Por primera vez.

"Otra cosa" -me dice-  "¿ésto ... lo pagamos a medias, no?". La habitación que él mismo ha pagado con tarjeta al llegar, haciéndome un gesto de "tranquila, ésta ronda la pago yo". Le suelto 50 €, no tiene cambio. Llama al camarero para que se lo traiga.

Si es que no se puede ser más cutre.




(me encanta este vídeo)

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