En la parte trasera de mi casa mi vecino a la par que casero, el Sr. Flanders, ostenta el mejor jardincillo del pueblo, y yo disfruto de su agradable visión sin tener que trabajar en absoluto.
En él hay un inmenso magnolio, un árbol bello y poderoso, de unos 10 o 12 metros de alto. Me encanta sentarme en la terraza de mi cocina a contemplarlo, mientras fumo un cigarrillo y escucho algo de música, o con un libro entre las manos tomando el sol y recargando pilas.
En ese árbol anidan inmensidad de pajarillos y pajarracos, parece Rue 13 del Percebe en modo plumífero, a veces se montan verdaderas bacanales, reyertas y jolgorios. Es agradable oirles comunicarse, por el motivo que sea.
Hace unos cuantos días estuve al menos durante una hora contemplando cómo una pareja de tórtolas construían o remodelaban su nidito de amor. La primavera era inminente, y así como a los humanos, durante la Semana Santa, nos da por pintar y redecorar nuestras casas, ellos estaban también por la labor.
Después de un buen rato de idas y venidas con ramitas y palitroques de toda índole en sus picos llegó el momento del cortejo erótico festivo....y fue todo un espectáculo.
Él lo intentaba, ella no se dejaba. Se hacía la airada y daba unos cuantos pasos dándole la espalda, pero enseguida se volvía para cerciorarse de que el pobre bicho seguía ahí, con las ganas, esperando el momento. Entonces le increpaba a modo '¿ves como no te importo tanto?' y él volvía a echársele encima, a lo que ella respondía con la misma mala leche pero seguramente también las mismas ganas que él....hay que ver cómo somos las féminas, siempre tan complejas y ellos tan descomplicados. El juego duró al menos diez minutos, fue divertidísimo y finalmente, como suele pasar, en un ejercicio de cordura y practicidad copularon sin decoro ante mi atenta mirada.
Entonces recordé haber oído algo en algún momento de mi vida sobre la FIDELIDAD de estos pajarillos. Algo que me parece amenudo tan antinatural e imposible entre los simios avanzados y que me extrañaba que pudieran llevar a cabo otros seres vivos de este planeta, infinitamente más naturales, sanos y descomplicados.
Me lancé a la red en busca de información y mi sorpresa fue descubrir que, aparte de los humanos, algunos animales más se profesan fidelidad, bastantes más de los que yo imaginaba...¿cómo es posible?.
Sin duda, esa fidelidad, la de los animales supuestamente menos racionales, debe surgir de manera sencilla y sin suponer ninguna renuncia. Lo tendrían facilísimo para terminar con ella y no creo que hubieran dramas ni despechos por ello. Ni culpabilidad, ni reproches.
Y me pareció precioso. Y auténtico. Nada que ver con nuestras luchas internas entre el bien y el mal, simple y puro amor, compañerismo, devoción.
He buscado los prismáticos para vigilar de cerca cómo evolucionan las cosas en 13 Rue del Percebe. Algunos los utilizan para ver cómo se desnudan sus vecinitas o como follan los del 3º 2ª....lo mío, creo,es mucho peor.