Cuando llegué hace tres años a este piso, a los pocos meses de morar en él descubrí que en primavera la cocina era colonizada por un enjambre de abejas.
Un día al cruzar la puerta de entrada pensé que había un robot descabezado en la cocina, se escuchaba un fuerte bzzzzzzz bzzzzzzz, que me recordó al ruído que emiten los robots al ser decapitados. Cargada de bolsas de la compra hasta las cejas me acerqué a la cocina y, ante mi estupor, había alrededor de 30 abejas sobrevolando la lámpara. Sin darme cuenta solté las bolsas de una mano y además de abejas obtuve una magnífica tortilla de huevos rotos.
En aquella ocasión solté las bolsas, cerré la puerta de la cocina y salí corriendo por la de entrada. Bajé a la calle (iba permitirme la licencia poética de decir que me fumé un cigarro para reflexionar, pero por aquel entonces no fumaba), reflexioné sin fumar y seguí sin saber qué hacer. Subí al cabo de un rato y ya no estaban. Tuve alguna pesadilla durante algunos días, soñándome con la cara hinchada llena de picaduras ultrapolinizadas.
Antes de empezar las vacaciones, pasé unos días muy apurada, muy empanada, muy al límite de ser persona. La alarma a este estado de no saber si iba o venía, sonó una mañana que preparé la cafetera (soy una antigua que bebe café guarro de cafetera eléctrica de antaño, nada de Nespresso). Puse agua, llené el filtro desechable de papel, encendí la cafetera y no volví a poner la jarra. Al salir de la ducha el aroma a café recién hecho me envolvió de tal manera que supe al instante que algo no iba bien. Asomé la cabeza aún con el pelo chorreante y las mismas cascadas de agua que caían por mi espalda salían de la cafetera goteando café hasta el infinito y más allá.
En la misma semana este episodio se produjo dos veces.
Ahora, más descansada, me fijo mucho en lo que hago. Esta mañana me he tomado mi tiempo en preparar la cafetera, a mi espalda se oía todo el rato ese ruído de robot decapitado bzzzzzz bzzzzzzz. Miraba hacia el techo y no veía nada, no había ningún cuerpo alado volando por la cocina, sin embargo el bzzzzzzzz bzzzzzzz era cada vez más insistente. Me he quedado muy quieta y he intentado reconocer de donde provenía exactamente el zumbido. Lentamente he girado mi cabeza y voilà!
Una avispa muy hija de puta estaba haciendo su tercer módulo en un complejo residencial de adosados avespiles en la parte superior del cristal de un armario (esa especie de puros habanos chiquitos) que se ven en la esquinita. He mantenido una árdua discusión con ella, ha intentado agredirme y luego, asustada por mis aspavientos, ha salido volando/huyendo por la ventana. Rápidamente he procedido al derribo de esa nueva urbanización en mi cocina.
No sabéis el asquito que daba. Luego alguien muy entendido me ha contado que construyen sus residencias de verano con alas de mosca...
Un comienzo de día grandioso.