sábado, 28 de septiembre de 2013

FIN.


Este verano devoré, entre otros, el libro "FIN" de Javier Monteagudo. La historia me atrapó enseguida y me pasé varios días con el libro arriba y abajo hasta que lo acabé. Llegar al final era una necesidad imperiosa.
Página tras página esperaba para todo aquél desbarre una explicación lógica, verosímil, algo que pusiera en orden mi cabeza y todos aquellos acontecimientos surrealistas, que avanzaban sin rumbo y a toda pastilla por la senda de lo onírico/psicotrópico.
No sé, que al final todo fuera un sueño, o que los protagonistas (un grupo de amigos que se reencuentran en una cabaña en el bosque pasados los años) hubieran muerto por una lata de foiegras en mal estado (al puro estilo Monty Phyton)...¡algo!
Pero no, no llegó un final ni feliz, ni esclarecedor de los hechos, ni lógico.

Llevo días pensando mucho en el FIN. En los finales. Muchos finales estamos acaparando las Másqueperras este año, parecería que más de los que podemos soportar. Pero seguimos teniéndonos, somos nuestro mayor tesoro, nuestra fortaleza inexpugnable, el AMOR con mayúsculas que no nos deja caer al abismo. Creo que ahora, desde una cierta serenidad, he entendido en qué consisten: los finales llegan y no hay que intentar entenderlos, sólo aceptarlos.
Un ser amado que nos deja, un amor que se acaba, un libro que te atrapa, un plato exquisito, una noche de placer ... nunca querríamos que llegaran a su FIN, pero su cualidad de efímeros es lo que realmente lo hace todo mucho más interesante. La eternidad debe ser aburridísima.

Sí, duele, algunos finales joden, desesperan, trastocan, pero otros principios vendrán detrás. Y lo más importante: lo habremos vivido. 

"Ya sé que no somos una panda al estilo de antes. Pero no es necesario tener principios, lo importante es tener finales " (tergiversando al poeta Balmes)


viernes, 20 de septiembre de 2013

IMBECILANDIA



No soy capaz de recordar el número de veces que he tenido ganas de mandar a la mierda a alguna  persona, de las muchas, que se dedique al trato con el público y/o usuario.
En casi todas las ocasiones que eso se ha producido no ha ido más allá de un "¡¡¡¡A la mierda!!!!" mental, solo para mis adentros.
Hasta ayer...

No le pido a nadie que sea simpático, pero trabajar cara al público debe llevar implícita la capacidad de aguantar a los gilipollas, a los que no lo son y que encima no se note que le pareces gilipollas.
Tampoco le pido a nadie que sea empático, solo que responda a las preguntas con un "sí", "no" o "no lo sé". Es más, agradezco que se limite simplemente a eso, si abusa de simpatía, me caerá gordo.

Me toca hacer la Primitiva cada 3 semanas, lo hacemos rotatorio. Si coincide en época laboral siempre voy a la misma administración de lotería porque la tengo a cruzar una calle. No creo que pueda volver a ir a echarla allí.

Esa rubia siempre ha sido siesa, he tenido miles de "¡¡¡¡A la mierda!!!!" mentales cuando la tengo delante detrás de esa cristalera que parece el Acorazado Potemkin. Aunque ella nunca saluda ni se dirige a quien tiene que atender, yo sigo dándole las buenas tardes cuando me toca. Le entrego amablemente el boleto depositándolo en la ranura y espero que me devuelva el boleto con su resguardo de apuesta semanal. También espero que escupa un "...seis euros", sin utilizar verbo ni nada, eso sí que es economía del lenguaje y capacidad de resumen. Si mi transacción termina ahí, la sangre no llega al río, puedo soportar esa mala educación.
Si tengo que hacer algo más que requiera de su esfuerzo, como ocurrió ayer, pues...me vi en la obligación de increparla. 

Tenía unos 4 justificantes para revisar, no recordaba si ya los había mirado yo y me había olvidado de tirarlos a la papelera, o si por el contrario seguían estando en mi agenda para cobrarlos. Pagué los seis euros y le pregunté si sería taaaaan amable de mirarme si había premio. Masculló algo entre dientes pero no la oí. Pasó los papelitos por la maquinita que chiva si hay premio y mi vista no alcanzaba a ver el resultado, así que seguía con la incógnita sobre si, por fin, podría comprarme la Isla de Bora-Bora. Regresó a la ventanilla y deslizó los papeles por la ranura para, acto seguido, ladear la cabeza como invitando al siguiente mientras yo le formulaba la pregunta: ¿son todos para tirar?. Obviamente no contestó y yo me escuché decir: ¿es necesario que seas tan imbécil, va en el sueldo?
Sí, lo oí yo, ella y todos los que hacían cola...y no obtuve respuesta, pero qué a gusto me quedé.



lunes, 16 de septiembre de 2013

Afasia

En el centro donde trabajo hay 36 colifatos.
De ellos el 99'99% sufren algún tipo de demencia (alzheimer, vascular, senil, Pick, Lewi,  Parkinson, vayaustedasaberporquediagnosticaresjodido, etc... )

Dejo ese 0,1% como loa a la esperanza de que nuestra última adquisición no me dé un susto cualquier día (parece una mujer en su sano juicio, pero claro, estando allí tardará poco en descerebrarse, el panorama es altamente demencial y vuelve loco a cualquiera)
De los 35 restantes 7 viven permanentemente encamados, vegetales humanos que no hablan, ni pasman, espásticos hasta lo imposible. Sorprende que, pese a no estar ya en este mundo, el instinto les haga abrir la boca cada vez que les acercas una cuchara.
De los 28 que quedan, 14 ya no andan y el grado de demencia es superlativo.
De los 14 últimos, 10 aun dan el pego pero a la que les preguntas algo te das cuenta enseguida de que están más pallá que pacá.
Y nos quedan los 4 "caminantes". Así les llamamos (con cariño, conste) mi compañera de fines de semana y yo, ambas seguidoras en su día de "Walking Dead".
Nuestros 4 zombies deambulan con la mirada perdida y los brazos caídos todo el santo día, pasillo arriba, pasillo abajo. Cuando no les conoces, acojonan.
De los 4 "caminantes" T.R. se lleva la medalla de oro y mi especial cariño. En todos mis años de profesión es el primer colifato que luce un tatuaje en su brazo izquierdo. En él se puede leer el nombre y apellido de su hija, muerta precozmente en un accidente de coche. Se pasa el día andando sin rumbo, sus ojos son opacos, como canicas negras sin vida, su cuerpo está rígido y extremadamente delgado. Hace cosa de un par de años aún era capaz de decir alguna palabra con sentido de vez en cuando: contestar cuando le llamabas por su nombre, saludar si le saludabas, poca cosa más. Ahora el grado de demencia y de afasia le tienen aislado del mundo real.
Ayer vi que había quedado chocolate del desayuno, negro y duro, y pensé que seguro que a él le apetecería. Aunque, debido a que todo se va atrofiando con la demencia, su dieta es de fácil masticación, cogí un par de onzas y fui a dárselas con toda mi ilusión.
Me puse frente a él, le mostré el chocolate, me miró, lo miró, lo pilló con la mano y se lo llevó a la boca, instintivamente. Despacio empezó a masticarlo, su cara se iluminó, sonrió ampliamente y, mirándome fijamente a los ojos, me dijo:

-Estoy hasta los cojones.
-De nada, disfrútalo (le contesté).

Su mirada habló, su boca sólo emitió sonidos, no pensamientos. Yo supe que me estaba dando las gracias. Y felizmente le cogí del brazo, contentos y orgullosos los dos, y seguimos paseando por el pasillo mientras él sonreía y devoraba chocolate. Yo también sonreía, andando como una zombie.







domingo, 8 de septiembre de 2013

Deseos narrados en pocos minutos




"Ponme medio quilo de arándanos desecados, medio de nueces con cáscara y medio de pipas de calabaza". Su compra siempre es la misma. Solo varía lo de las nueces si por temporada no hay de las de la tierra, y entonces coge avellanas, pero solo 250 gramos.

Al inicio del blog le dediqué esta entrada. Creí que a partir de ese día, al cruzarnos por la calle, volvería a saludarme siempre. Pero no ha sido así, nunca más había vuelto a dirigirme ni la palabra ni la mirada. Siempre he pensado que me convierto en invisible ante él. Es capaz de pararse y saludar al perro (que yo llevo de la correa siendo su extensión) y no decirme nada. Pero ahora que me he convertido en un personaje popular en el barrio se le ha puesto mucho más difícil ningunearme. Ahora que soy la nena de la tienda he cobrado vida para él.

Hace un par de semanas entró en la tienda y mi hermana estaba atendiendo a una clienta. Yo estaba disponible, pero él no me vio con esa gran capacidad que tiene para borrarme del mapa. No hice nada, no me ofrecí a atenderle, así que esperó. Mi hermana me miraba de reojo y yo veía como sonreía sin decirme nada. Terminó de atender a la otra persona y luego le saludó efusivamente, son vecinos. Siempre me ha dicho que es un tío encantador y no se creía que me hacía ese vacío hasta que lo vio con sus propios ojos. Sabe que me gusta, así que disfrutaba con la situación (es un poco cretina). Mientras hablaban le iba poniendo en bolsitas el mismo pedido de siempre hasta que le soltó la pregunta ¿por qué no saludas a mi hermana nunca?, el tío tuvo los santos cojones de decir que nunca me había visto. La respuesta es cuanto menos curiosa porque resulta que abulto más que un ácaro y que nos vemos a diario. Bueno, yo le veo a diario, él a mí no. Cuando salió del establecimiento mi hermana empezó a descojonarse y me dijo que no entendía por qué hacía eso, pero que estaba segura que a partir de ese día no tendría huevos de no mover una ceja al verme.

Ayer vino de nuevo a por los manjares de su dieta. Le atendí yo porque mi hermana que estaba desocupada no movió ni un dedo para atenderle, le preguntó por el trabajo porque iba con el uniforme y a partir de ahí nos resumió en un momento su vida y sus anhelos. Ahora sé que un conductor de autobús de Barcelona gana 1.500 euros, que él trabaja para vivir y no al contrario, así que le parece un curro estupendo. Que solo le interesa ir al gimnasio, salir a correr con el perro, leer antes de acostarse, salir a cenar a japos, ver los partidos con los amigos... y por primera vez le hablé, ¿cuántos años tienes?. Resulta que tiene un año menos que yo. Mi hermana le dijo que estaba estupendo y que además ahora que había cambiado la dieta y el entrenamiento parecía menos "clembuterado" y que le sentaba divinamente. Se acercó a nosotras y le pidió que le tocara el pedazo tableta abdominal (es que ella es nutricionista y para él su opinión es importante!). A juzgar por sus ojos saliendo de las cuencas deduje que lo que estaba tocando no era humano. Cogió mi mano y me la puso en el torso de piedra, haciendo que mis dedos fueran deslizándose por cada onza de ese toblerone. Creo recordar que de mi boca salió un jooooooo-derrrrrr. Ni se inmutó.
Solo se quejó de tener el pelo canoso, dijo que eso le envejecía, a lo que enseguida ella apuntilló que eso gusta a las "señoras" y yo me apresuré a decir que quizás sí gusta a las "señoras", pero que a las "chicas" puede que no tanto. Me miró fijamente (parecía como que me dedicaba una mirada con la que saldaba su cuenta pendiente de miradas de tres años) y me espetó un "No, no, noooooooo...yo no busco una "chica", no quiero marcha, ni fiestas, ni que me hagan viajar constantemente, ni tener esa sensación de tener que rellenar la vida con lo que sea. Me gustan las "señoras", no estoy para tías guerreras". Sabía que ella la cagaría y aunque tenía ganas de taparme los oídos, no lo hice y pude escuchar sus agrias palabras: "¡¡¡¡Vaaaaaaya qué lástima!!!! No le convienes nada.

Cría hermanas, que te quitarán los ojos.


...No sería lo mismo imaginarte
que poder estudiarte con detalle
Usaré cada segundo que pase
para poner a prueba nuestras capacidades corporales
Solo quedará sin probar un sentido,
el del ridículo por sentirnos libres y vivos

¡Que me hablen de sandeces y que me digan que sobra el amor!


domingo, 1 de septiembre de 2013

¡¡¡¡¡¡¡FELIZ VIDA LAGARTA!!!!!!!


Éste, por ser un año impar y acabado en 13, era evidente que iba a ser un año distinto.

Rompedor de esquemas y cargadito de emociones vamos a vivirlo como si no fuera a haber más. Como todos cuantos vivimos, porque somos mujeres vividoras y vividas.

Siempre hemos sido las últimas de la fila pero las primeras en la línea de frente.

Y como sólo vamos a tener esta vida, la vamos a exprimir al máximo y sin contemplaciones, sin mirar atrás y a la vez sin rumbo fijo. Porque nunca fuimos programadas para ser como las demás. Ni falta que nos hace.

Quererte y sabernos queridas por ti es un lujo inmenso al alcance de pocos. Qué suerte tenerte como compañera de este viaje único.

Sobre todo vive y sé feliz, Lagarta de nuestros corazones.

Tú vales un Imperio ... no, millones.

¡¡¡¡¡¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS!!!!!!!


LinkWithin

Related Posts with Thumbnails