jueves, 11 de agosto de 2016

Ya ves...



Un día pienso que me gusta ese tipo desgarbado de pelo rizado.
Un día me entero que esas dos niñas tan simpáticas son sus hijas.
Un día me cuentan que su mujer es una argentina antipática y altiva.

Nos caemos bien y me cuenta que es fisioterapeuta. Pienso que ese hombre tiene que estar de algún modo en mi vida y lo focalizo por el lado profesional. Siempre viene bien tener un fisio de cabecera.
Sus hijas provocan, sin quererlo, un acercamiento entre nosotros. Las trae al bar porque les gusta venir a merendar y aprovecha para charlar conmigo.
Poco a poco voy conociendo a la argentina y deja de parecerme antipática, es simplemente argentina, de verborrea inacabable con un ego muy henchido.

Las niñas pasan todas las mañanas por delante del bar para ir al cole. Normalmente las lleva su padre y siempre se escabullen para entrar y darme un achuchón o contarme que se van de excursión o que ese día tienen piscina. Entre la pequeña y yo hay algo inexplicable, nos parecemos mucho y la complicidad hace que se muestre tan mala como es y eso me gusta. Su padre dice que cuando se juntan dos mujeres con el pelo rizado y la sonrisa torcida nada bueno puede pasar.
Los días que van con su madre no entran, me saludan con la mano desde la calle y veo como la pequeña intenta zafarse de la mano de su madre para escaparse y pedirme un "Cocolat muuuuuy frío", pero no lo consigue.

Llega el verano y terminan las clases y parece que la tierra se los haya tragado. Le pregunto al camarero si los ha visto últimamente y me dice que no, que posiblemente se hayan ido a Argentina con su madre. Pienso que cabe la posibilidad pero también sé que no tienen pasta. Una noche, mientras recojo la terraza, les veo pasar por la acera de enfrente y la mayor me saluda con la mano mientras la pequeña ni se inmuta. Cuando están cruzando para venir hacia mí veo que lleva chupete y eso me indica  que sus padres se han separado. Esa niña no lleva chupete desde hace mucho tiempo. Ya de cerca veo como la mayor tiene los ojos rojos y llorosos, se acerca y me abraza fuerte.

Nos miramos y me dice que ahora vive en el edificio de enfrente. Que se han separado y que han emprendido una batalla legal feroz. Está ojeroso y mucho más delgado. Me dice que pasará cuando esté solo y que ya me contará, que está de baja y muy jodido.

Un día pienso que me gusta ese tipo desgarbado de pelo rizado y de aspecto triste.
Un día me cuenta que su mujer lo quiere hundir.
Un día me entero que una argentina antipática ha prohibido a sus hijas acercarse a mí.
Un día leo el mail de una abogada que cita a una camarera como posible causa de los problemas...

...ya ves, y yo sin saberlo.







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