viernes, 18 de agosto de 2017

Al final de la Rambla ...

Hoy es uno de esos días en los que confirmas que la hora te llega cuando te toca, y que no depende de tí en absoluto. Ayer murieron muchas personas en un lugar y a una hora en la que perfectamente podríamos haber estado cualquiera de nosotros. Mi sobrina decidió comerse un helado a dos calles de distancia, y gracias a esos 10 minutos que destinó a hacer cola, no estuvo en plena Rambla cuando una escoria humana decidió llevarse por delante a cuantos más mejor. A una amiga la pilló en Portaferrissa, por la noche se quitaba los temblores a base de Diazepams. Y yo misma, por ejemplo, pasé por allí media hora antes de camino a un recado. Nunca sabes qué te espera y a veces el margen es bien pequeño. Quién iba a decirles a todas esas personas que iban caer como moscas y de la manera más burda, en medio de un estival paseíto por Barcelona durante las vacaciones. Paseos, conciertos, simples viajes en tren para ir a currar a primera hora … tú eliges estar ahí en ese preciso instante, y esa inocente decisión te lleva a la muerte sin que nada te mueva a una mínima sospecha.


Es todo muy, muy triste, aunque yo ya hace tiempo que creo firmemente en un plan superior y un destino para cada uno. Y que las cosas pasan cuando tienen que pasar y no siempre entendemos porqué. Llamadme iluminada, cósmica o simplemente colgada, la experiencia me ha llevado a creer en ello y no me haréis bajar del burro. Tampoco hago daño a nadie, así que quién quiera meterse conmigo por eso, puede proceder ahora mismo a comerme el coño. Perdonad la vehemencia, hoy es un día difícil.


Dicho ésto, y sin entrar en razones políticas, geográficas o religiosas (cosa que daría para otro debate y para tirar de un hilo de Ariadna infinito), me asquean varias de las reacciones de gente de mi alrededor, a raíz de este suceso. Paso a enumeraros unas cuantas:


  • Peña que aprovecha el momento para echar toda su mierda cateta, desinformada,  xenófoba, intolerante y rastrera por la boca, como si lo que ha pasado las legitimara para ello.


  • Personas a las que he recomendado vivamente ir a ver Dunkerque (¡¡pe-li-cu-lón!!) y me han dicho que “mejor no, porque son muy sensibles e impresionables” pero que llevan toda la mañana mirando videos asquerosos de personas REALES  ensangrentadas y gritando.


  • También están los que están muy, pero que muy motivados con el tema, esos a los que la desgracia cercana hace cargar las pilas de manera muy potente. De repente están activos en redes, envían whatssaps en difusión con un “¿todo en orden?”, pasan filtraciones cuñadas que les han llegado de fuentes imprecisas, pero que ellos se encargan de elevar a la categoría de expedientes wikileaks contrastados y totalmente fiables. En definitiva: gente triste con vidas tristes que se nutren de las desgracias para venirse arriba.


  • El puto postureo. Vivimos tiempos de mierda en los que todo puntúa de cara a la galería. Selfies de personas con lágrimas corriendo por sus mejilllas en estudiadas poses, y subidas a instagram con hasthags repugnantes rollo #MiCorazónLlora. De verdad, pequeños infraseres: ¿tenéis algo dentro aparte de purpurina?. Yo flipo.


  • En mi curro se ha proclamado un minuto de silencio en un punto de reunión en el barrio, algo que yo, personalmente, considero un paripé, pero que muchos dotan de un simbolismo importante. Lo entiendo, y aunque yo haya optado por quedarme en mi silla, respeto profundamente a quién necesite mostrar así sus condolencias. Pues bien, ha habido quien aprovechando la circunstancia, ha salido con el resto, se ha escaqueado para ir de compras, y ha vuelto disimuladamente con los compañeros que realmente sí han formado parte del acto. Y para más demostración de estulticia, se ha jactado de ello como si fuera una gamberrada menor … Qué quieres que te diga, tía: si quieres escurrir el bulto, allá tú, pero que aproveches algo así para hacerlo sin que se note, en mi opinión, denota la mierda de persona que eres. No todo vale.


Estoy triste, indignada, asqueada, harta. En días como hoy, en los que parece que una polaridad exasperante nos conmina a posicionarnos en uno u otro bando, me resulta muy difícil determinar cuál es el peor. Ambos me parecen una mierda, ya me perdonaréis.


Quered mucho a vuestras familias, a vuestros amigos, a vuestros vecinos, a la gente más cercana. Es lo único que se puede hacer ... y por cierto, el mundo másqueperro está en orden y no debemos lamentar pérdidas ni daños directos.


Solo los del alma.

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