lunes, 24 de septiembre de 2012

Incomunicación



Después de un par de ligues que habían salido rana, había vuelto a ese estado de duda existencial. No se gustaba, sabía que estaba igual que las otras veces en las que todo había ido bien, pero... Quería empezar la dieta de nuevo, se sentía hinchada, como una vacaburra, pero la ansiedad le jugaba malas pasadas y después de un día a verdurita y pescado plancha caía en la tentación del chocolate.

Subió al vagón del metro pensativa, no era éste su mejor momento desde la separación. Se quedó de pie sin sujetarse, pensando en los temas urgentes a resolver solo poner los pies en el despacho. De repente le pareció que el chico que estaba enfrente se quedaba mirando su tripa, y maldijo el chocolate ingerido la noche anterior. Sintió el rubor en sus mejillas, e hizo lo que siempre hacía en estos casos: hablar. Verborrerar sin parar, sin que nadie le diera vela en ese entierro. Y subiéndose el pantalón al tiempo que tocaba su tripa empezó su discurso surrealista. "...es que me gusta cocinar. Y claro, eso pasa factura, y que ya una no se recupera de los excesos con la misma facilidad que antes". A cambio recibió una sonrisa que le permitió seguir. "No es que sea una comedora compulsiva, pero me gusta todo y además soy golosa. ¿Sabes? no entiendo cómo puede haber gente que no disfruta comiendo, desconfío de este tipo de personas". Vio entonces como él hacía un gesto de aprobación con la cabeza al tiempo que soltaba algo parecido a un aha.

La señora que estaba sentada enfrente de ella se levantó haciendo un gesto que ella interpretó como un "perdona, no había visto que... siéntate", y quería fundirse ahí mismo. ¿Piensan que estoy embarazada?, ahora no, señora, ahora no. Se tranquilizó al ver que ese gesto iba dirigido a una embarazada auténtica. El chico seguía ahí enfrente, mirándola con una mezcla de curiosidad y desinterés a partes iguales. "Uffff pobrecita, ya debe estar en el último mes, menuda tripa, ¡y con este calor!". La silueta de una embarazada siempre le había dado dentera, no comprendía cómo podían decir que las mujeres están bellas hechas unos botijos. No tenía nada que decir pero no podía parar de hablar. "El metro es interesante, nunca te cruzas con las mismas personas. El autobús, sin embargo, es un transporte casi familiar, siempre coincides con las mismas personas. Claro, eso pasa porque tienes que conocer la frecuencia de paso, con el metro eso es menos importante, si pierdes uno a los dos minutos llega otro..." Otra vez movimento afirmativo con la cabeza por parte de su interlocutor. No le importaba demasiado que fuese parco en palabras, en realidad ella hablaba por hablar, porque tenía esa estúpida manía de verbalizar el nerviosismo.

El chico sacó el móvil de su bolsillo, seguramente miró la hora porque no hizo ningún gesto de responder a ninguna llamada o mensaje. Luego miró hacia el andén y le pareció que le hacía un gesto con la mano a modo de saludo mientras se posicionaba hacia la puerta y ella se lo devolvió. Era guapo y olía estupendamente, lástima que ella se sentía con la autoestima tan baja. De nuevo volvió a ensimismarse pensando en su agenda del día cuando vio que otro chico se acercaba a él y le tocaba el hombro, él le sonrió al tiempo que se quitaba los auriculares y bajaban juntos en esa estación.

10 comentarios:

  1. tendría que haber utilizado el lenguaje de signos, verbalizar el nerviosismo con las manos! :P

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    1. raúl, los nervios son muy cabrones y la ansiedad ya ni te cuento!
      en estados carenciales... no te das cuenta de nada

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  2. El tío igual debió pensar: anda, otra mujer pensando en voz alta y yo aquí escuchando música popular escandinava.

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    1. jajajajajajaja
      pues sí ponía cara de eso, lo has clavao!!!
      qué gran cantera de personajes es el metro.

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  3. Jajaja este Cabronidas me mata ...
    Que gilipollas somos a veces las mujeres, inseguridades y monsergas para acabar dándote cuenta de que tener unos kilillos de más, no sólo no les importa, sino que a algunos hasta les pone.
    Petons gata maula!!!!

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    1. ... ya te digo si les pone!!!
      y la madurez, y alguna arruguita, y la celulitis... al final les pone el mundo real, lo que tienen a mano, lo demás... ciencia ficción!

      Petons guapíssima!

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  4. Otro día, deja que hable el tío un poco, quizás te relajes y sea él quién se ponga nervioso...si le van la chicas, claro ;)

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  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  6. Un gusto tropezarme con tu blog esta mañana..., un saludo. Ah, y tenéis razón en lo de los kilitos de más, la madurez y la celulitis ¡claro que nos ponen!.

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    1. Después de este tropezón y tu GRAN comentario, estaremos encantadas de que te quedes con nosotras.
      Aunque lo de la celulitis... eso sí que os lo tendríais que hacer mirar, eehhh!!!

      Bievenido Álvaro!!!

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