El Primo y yo hemos quedado en "La Teta Enroscada". Salgo del rompecráneos con el alma descompuesta y tengo ganas de conducir hasta allí, dejando la mente en blanco por unos minutos, escuchando algo de música a toda pastilla, con la ventanilla bajada y el aire borrándome las cejas.Ir a la "Teta Enroscada" siempre es una experiencia, un puntazo, un delirio de las realidades. Estoy llegando. A la entrada, un cartel reza los horarios, medio descompuesto por el sol y las inclemencias, escrito de mala manera y con faltas de ortografía: "cada día, desde que sale el sol hasta que se pone. los miércoles, a partir de las seis. los domingos no". Entro con el coche por las callejas abolladas, hechas de tierra y alfombradas con tela de saco y toneladas de mierda. A ambos lados hay montañas de cajas de madera y plástico abandonadas, estiércol, leños y raíces esperando ser quemados, aunque llevan tanto tiempo deseando ser cenizas que arderán por combustión espontánea. Invernaderos destartalados en los que podría haber decenas de cuerpos cercenados y en descomposición enterrados y nadie se daría cuenta. La familia que lo lleva, padre e hijo, me recuerdan demasiado a aquellos tarados de la "Matanza de Texas" que le llevaban al abuelito mozuelas para que les diera matarile. El hijo debe rondar los cuarenta, alto y delgado, con unas uñas siempre negras, la mirada esquiva y dientecillos chiquititos. El padre es un viejito canijo y encorbado con unos ojos casi inexistentes hundidos en unas cuencas profundas, y unos dientecillos idénticos a los heredados por su vástago. Lleva unas pantuflas "Nike Air Home" (como dice El Primo) rebozadas de barro como si de una tempura se tratara, y un dedo asomando para dar color en sus zuecos cerámicos. Los pantalones, sin botón, cogidos con un cinturón desencajado y cochambrosos hasta decir basta. Camisa de cuadros abrochada hasta la barbilla y por tirantes un pulpo elástico cortado y cosido hábilmente para parecer algo más digno de lo que en realidad es. A la plantilla se ha unido una mujerona alta y voluptuosa con acento del este, con unas hechuras y una dentadura propias de un équido. Tal plantilla y decorado son los motivos por los que, con la acidez que me caracteriza, he bautizado el lugar como "La Teta Enrosacada", aquél tugurio de "Abierto hasta el amanecer" donde, caído el sol, cualquier cosa era posible..... Siempre se lo digo al Primo:" vayamos antes de que anochezca, esa gente son muy raros y a saber con qué abonan las plantas...además, hace unos cuatro años me acerqué una mañana con Pepi a comprar y aquél hombrecillo no paró de loar mis curvas y redondeces, diciéndome que le recordaba a su difunta mujer, que también estaba jamona y él la adoraba. No supe si tomármelo como un cumplido o como una amenaza.". Vamos a entrar al invernadero. El calor dentro es sofocante, húmedo, me recuerda a la selva de Tikal, pero sin mosquitos kamikazes lanzándose a por mi sangre. El viejecillo, con su atuendo habitual, nos atiende amablemente, mirándonos desde detrás de esas cuencas y haciendo alarde de sus dientecillos semejantes a los de un chimpancé. Como siempre, le pedimos 10 y nos pone 15, le pedimos rojos y nos pone verdes, y, en realidad, qué más nos da, que nos ponga lo que le dé la gana; él sabe, nosotros no. El Primo y yo nos hacemos señas, muecas, reímos bajo la nariz de todo lo que nos va contando: los proletarios somos unos pringados; nos roban todo y nos dejan sin dinero; malditos políticos revienta cajas y estafadores....¡quién lo habría dicho, los seres extraños se rebotan!. Entonces nos lanza la bomba, sin avisar, sin conmiseración:
Viejecillo:¿te gusta leer? (dirigiéndose al Primo, claro, al hombre).
Primo: Claro que me gusta, mucho, y a ella también (señalándome).
Viejecillo: ¿Habeis leído algo de KRISHNAMURTI?
Primo: Sí, lo conocemos (nos cruzamos unas miradas atónitas, las cejas tan elevadas que nos hacen de flequillo, asombrados por completo).
Viejecillo: Durante muchos años no se pudieron leer sus libros, pero yo conseguí algunos. Si queremos cambiar el mundo, un nuevo Krishnamurti tiene que llegar. Él sí que sabía lo que decía, hasta en los colegios deberían leerlo.
Primo: Sí, sí, cuánta razón lleva usted........ (nos miramos, callados, perplejos, abochornados y patidifusos).
Sincopada: ¿Cómo se te ha quedao el cuerpo, Primo?
Primo: Tía, estoy fli-pan-do. Puto viejo y el Krishnamurti, jamás hubiera dicho que hablaría de él en "La Teta Enroscada", está claro que nadie es lo que parece y los prejuicios sólo hacen daño.
Sincopada: ¿Sabes?, voy a leer algo de Krishnamurti y voy a venir una tarde después de que anochezca, seguro que es cuando empieza la diversión y la relectura de los clásicos griegos....putos payeses........¡Bailemos el Chunari-chunari!
http://www.upasika.com/krishnamurti.html
http://www.goear.com/listen/28f81fc/chunari-chunari-monson-weddings
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http://www.goear.com/listen/28f81fc/chunari-chunari-monson-weddings
Yo solo puedo decir una cosa
ResponderEliminarpor mucho que gritara y se quejara
the twisted tit, sorry, having the left tit twisted le gustaba mucho.
pero bueno, YA TARDAIS el primo y tu en llevarme a conocer a dientes-de-mono!!!
ResponderEliminarchunari chunari sinco...
ResponderEliminarXD
Esta entrada te quedó "niquelá", las descripciones son geniales.
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