El domingo se ha levantado melancólico, con un cielo encapotado gris plomizo amenazando lluvia y el olor a frío llenando las calles del pueblo. He decidido poner orden en los cajones que guardan la poca ropa que tengo. A veces pienso que podría tirar la mitad, y aún así me sobraría otro tanto, siempre llevo puesto lo mismo. En uno de ellos guardo mis juguetes, mi ropa interior y un montón de papelotes, fotos, entradas de conciertos, cartas de amor y mapas de ciudades y montañas que he recorrido. Lo he volcado encima de la cama decidida a tirar todo aquello innecesario, o caducado o demasiado raido. He puesto los primeros discos de Loquillo, cuando Sabino nos regalaba su talento en cada canción. Es pura nostalgia. Entre todo eso ha aparecido una foto antigua, de mi infancia. En ella, una pequeña Sincopada con un vestidito de cuadros blancos y marrones, flanqueada por mis progenitores adecuadamente a la moda. Mi viejo, una corbata ancha y un bigotazo enorme, mi vieja unas gafas más grandes que su cara y sombra de ojos verde loro. Esta semana he pensado mucho en él, en mi padre, habría sido su cumpleaños....viejo, te echo mucho de menos. En ese momento ha empezado a sonar "La guerra civil", del LP "Morir en primavera". Esa canción me parte. Poco antes de morir mi padre me regaló un tesoro que guardo como oro, las cartas y tarjetas postales que mi abuelo le mandaba a mi abuela desde el campo de concentración de Alcalá de Henares, donde estuvo preso al acabar la guerra. En ellas le habla de mi padre de una forma tan tierna que se me ponen los pelos de punta...."el niño es tan rico..."....."es más salado que las pesetas..."..."sueño cada noche con volver a estar con vosotros...."....Es la mejor herencia que puedo tener, todos esos recuerdos y sentimientos puestos en papel amarillento.
La vida tiene giros inesperados a veces. Años más tarde de todo aquello, mis padres se hicieron novios y llego el momento de presentar las familias. Cuando mis dos abuelos se vieron, se abrazaron echándose a llorar. Habían estado años juntos en el campo de concentración y mi abuelo materno había enseñado a mi abuelo paterno a jugar al ajedrez, pasando horas y horas juntos. Contaban que cada mañana entraban los soldados en el barracón donde dormían y señalaban con el dedo.."Tú, tú y tú"...aquellos no solían volver. Cada día era como volver a nacer para ellos. Al volver a verse todo aquello afloró de nuevo y la alegría de ver que ambos estaban vivos aún fue inmensa. La boda estaba servida, claro está....
He subido al estudio y he buscado aquél tesoro, mi herencia. Lo he guardado en mi cajón, cerca de mis propios recuerdos. He decidido no tirar nada, que quizás algún día algún nieto o nieta se sienta afortunado por tener entre su ropa interior mis cartas de amor, mis mapas o mis entradas a tantos y tantos conciertos....
La vida tiene giros inesperados a veces. Años más tarde de todo aquello, mis padres se hicieron novios y llego el momento de presentar las familias. Cuando mis dos abuelos se vieron, se abrazaron echándose a llorar. Habían estado años juntos en el campo de concentración y mi abuelo materno había enseñado a mi abuelo paterno a jugar al ajedrez, pasando horas y horas juntos. Contaban que cada mañana entraban los soldados en el barracón donde dormían y señalaban con el dedo.."Tú, tú y tú"...aquellos no solían volver. Cada día era como volver a nacer para ellos. Al volver a verse todo aquello afloró de nuevo y la alegría de ver que ambos estaban vivos aún fue inmensa. La boda estaba servida, claro está....
He subido al estudio y he buscado aquél tesoro, mi herencia. Lo he guardado en mi cajón, cerca de mis propios recuerdos. He decidido no tirar nada, que quizás algún día algún nieto o nieta se sienta afortunado por tener entre su ropa interior mis cartas de amor, mis mapas o mis entradas a tantos y tantos conciertos....
Gracias por esta entrada.
ResponderEliminarPues claro que no has que tirar nada, sólo las bragas viejas y si me apuras, tampoco (yo guardo unas que están hechas polvo sólo porque me las regaló una tía mía a la que quise mucho).
ResponderEliminarMala cosa la nostalgia ... yo siempre acabo llorando cuando me dejo arrastrar con ella, llevo mal el paso del tiempo, llevo mal envejecer, llevo mal el dolor de las pérdidas ...
Aunque la historia de tus abuelos ya sabes que me encanta, gracias por escribirla ... igual esta entrada también forma parte de tu herencia, querida Sinco.
Como siempre sabia reflexión, salamandrix.
ResponderEliminarConozco la historia de tus abuelos y no por ello deja de parecerme mágica, leyéndola me ha vuelto a poner un nudo en la garganta... Aunque yo soy más de tirar y sanear, lo único que guardo como un tesoro son las fotos y los recuerdos que han quedado grabados en mi memoria, supongo que nunca he pensado en dejar un legado ni que pudiera importarle a nadie lo que pudiese dejar...
Gracias por escribir algo tan lindo.
Me ha emocionado tu escrito, ya sabía yo que eras una sentimental...Sabes que para el "bigotes" tú siempre fuiste su niñita, su paño de lágrimas y la encarnación de todo aquello que él sólo pudo expresar contigo. Su herencia emocional está en el lugar que debe estar.
ResponderEliminarA mí también me hubiera gustado tener un padre que compartiera todo eso conmigo.
DDMX...gracias a ti por leernos, y por tus impagables "memorias de un psicótico"...me gusta tu estilo, muchacho....
ResponderEliminarAmigas, bien sabeis que esas postales y un piano desafinado han sido mi única herencia....bueno, también un montón de valores y de ser persona.
JF Sebastian...se le echa de menos, ¿eh?...el mejor regalo que me ha hecho la vida es tener la familia que tengo...os quiero a todos con cuerda locura.
Una entrada preciosa, Sincopada, muy emotiva. Yo también me emociono al ver esos pequeños tesoros que conservamos. Mi padre también pasó por un campo de concentración (Argelès) y tuve mis diferencias con él pero aprendimos a superarlo todo. Muchos Kisses. Borgo.
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