martes, 15 de marzo de 2011

MMI TESOOOOOROOOOO



Pues sí. Creo que después de casi un año de escribir este nuestro blog, ya va siendo hora de que hable de la que es, sin ninguna duda, la parte más importante de mi vida. Mi hija R.

Sí. Tengo una hija. Una petarda rubia de 5 años que me alegra y me distorsiona la vida a partes iguales. Porque los niños son seres adorables y odiables al mismo tiempo. Los quieres con el alma y serías capaz de arrancar los ojos con las uñas a quien se meta con ellos, pero del mismo modo puedes albergar intensas ganas de tirarlos por la ventana en ciertos momentos de ebullición. Afortunadamente, somos seres racionales y no lo hacemos, ¿porqué? pues porque los queremos muchísimo, ni más ni menos. Si no, ¡cuántos de nosotros no habríamos llegado a la pubertad, por no decir ya a la edad adulta! que la adolescencia debe ser terrorífica ...

Inciso: si os parece que lo que estoy diciendo es una aberración y que soy una madre desnaturalizada, sólo caben dos opciones: o bien no teneis hijos, o bien los teneis pero os los cuidan otras personas durante la mayor parte del tiempo. Bueno, hay una tercera posibilidad y es que formeis parte de ese nuevo colectivo de madres zen tan de moda ahora, que abandonan todo, incluyéndose a ellas mismas, por el bien de su numerosa progenie. Vamos, como nuestras madres de toda la vida pero con pátina de hippismo moderno: ellas pasan de ser mujeres a ser madres, como si una cosa excluyera a la otra, y ya sólo hablan de sus hijos, de la alimentación de sus hijos, de los estudios de sus hijos, de no traumatizar a sus hijos riñéndoles, o dándoles biberones en vez de teta, o llevándolos a la guardería. De las que siempre están calmadas aunque tengan cuatro demonios agarrándose a sus faldas, de las que nunca gritan, ni se enfadan ni reprenden ni riñen –porque ellas "dialogan", nos ha jodido, aunque sea con sus monstruos consentidos- y a las que siempre ves en el parque corriendo detrás de sus hijos con sandwiches de cosas tan suculentas como aguacate con arroz hinchado y de tofu con pepino y algas ... (por cierto, si sois de éstas, dos cositas os voy a decir: la primera, que sepais que a vuestros hijos los soliloquios que les meteis intentando inculcarles conceptos abstractos como la solidaridad, la generosidad, la igualdad entre géneros o el amor al prójimo, no les funciona. Tienen 3 años, coño, con suerte entienden dónde tienen el culo pa’sentarse y poco más. Y segundo, si pensais que vuestros vástagos están bien alimentados con productos caseros y ecológicos sin conservantes ni colorantes, pues me alegro por vuestra candidez, pero que sepais que su gusto por las galletas de chocolate no se queda en un mero concepto teórico. Las piden, las roban y las rapiñan todo lo que pueden a la que os dais la vuelta. Siento el sofoco que os estoy dando, pero esto es así. A todos los niños les gusta el chocolate, los donuts y las patatas de bolsa. Sí, a los vuestros también. Y si se las negais sistemáticamente, pues las acaban chorizando a los otros niños, con el berrinche y cruce de impresiones entre ellos a través del "canal manual" -hostiazo limpio, para que me entendais- que eso comporta).

En fin, que me disperso. Yo quería hablar de mi preciosa R. la niña de mis ojos y de mis entretelas. Fin del inciso.

R. tuvo la gran idea de venir al mundo tres meses antes de lo que le tocaba, con el consiguiente susto por parte de su señor padre y mío, que como buenos padres primerizos nos habíamos ilusionado con la idea de un bebé rollizo y sonrosado, que vendría al mundo en un día de septiembre, tras un candoroso parto lleno de risas y flores y coros celestiales y enfermeras cantando y bailando a nuestro alrededor con zapatillas de puntas. Ése es el problema de albergar expectativas: que la mayoría de las veces la vida te da un vuelco y da al traste con ellas, no sin antes propinarte una sonora patada en el culo para ver si espabilas. Y lo que en realidad sucedió fue que, tras una visita rutinaria al ginecólogo en el mes de junio, tuvimos que ingresar de urgencia en el hospital y sacar a la niña en una cesárea, a todo correr, antes de que se muriera por falta de alimento. Pero oiga, si yo tengo un hambre voraz. Nada. Yo comía pero se ve que ella no, placenta envejecida, le llamaron (los muy cabrones no podían haber encontrado un nombre más feo). ¿Y la razón? desconocida, tócate los pies. Y ahí teníamos a nuestra hija, una llorona de 794 gr. que más que un bebé parecía un conejo despellejado esperando para meterlo en la cazuela. No exagero, os aseguro que no parecía una niña: no tenía uñas, no tenía glúteos, tenía ojos de ratón (es decir, los abría pero todo era iris, no se le veía el blanco de los ojos), casi no tenía carne. Era una cosita marrón, huesuda, medio transparente y fea como ella sola. A su padre siempre le pareció guapísima, pero para mi verla así y en un mar de cables, tubos y aparatos, fue un shock.

Nos costó mucho hacernos la una a la otra. A ella le costó salir al mundo cuando estaba todavía a medio cocer. Lloraba siempre como una loca, los médicos decían que eso era bueno porque significaba que no tenía inmadurez pulmonar, aunque yo no podía dejar de pensar que en realidad lo que arrastraba era un cabreo monumental por la injusticia de tener que soportar trajines y continuos pinchazos, sin estar preparada para ello. Era la más pequeña de la UCI pero la tía levantaba la cabeza y berreaba como la que más. Algunos se quedaron por el camino, ella resistió como una jabata y superó las complicaciones. Ahí ya se vislumbraban sus ganas de vivir.

A mi me costó pasar a ser la madre de alguien. Casi no había tenido ocasión de hacerme a la idea de que iba a tener un bebé (apenas había empezado a notarse el embarazo un mes antes) y de repente me encontraba mirando a través de un cristal a un monicaco raro, y resultaba que eso era “mi hija” y yo “su madre”. Yo esperaba que de un momento a otro me embargara esa sensación de amor sideral que se suponía que nos entraba automáticamente a las recién paridas, pero eso no pasó, si más no, no tan rápido. Y fue duro.

Poco a poco fuimos superando obstáculos -otro día los contaré- y ahora R. tiene 5 años y está guapísima. Es alegre, vital, risueña. Siempre surrealista en sus planteamientos, divertida a ratos e insoportablemente caprichosa en otros. Como todos los niños de 5 años, imagino. Y yo, como madre ... creo que no lo hago del todo mal: es, con diferencia, lo que más quiero en el mundo, y precisamente por ello intento no consentirla en exceso. Soy afectuosa pero también dura, la escucho aunque no siempre, e intento cuidarla pero me enfado con ella cuando se pasa de rosca. Debo acertar y equivocarme al tiempo, como todas las madres, imagino. También os diré que me he empeñado en no dejar de ser yo, y eso abarca un amplio espectro que incluye desde seguir trabajando, hasta ir de conciertos, o de gin-tonics con las amigas. Compaginarlo cuesta, aunque no es imposible, soy mamá la mayoría de las veces, pero me reservo unos espacios de vez en cuando para ser simplemente Salamandra. Y mi niña sigue feliz, porque cuando estoy con ella, pues estoy. Pero cuando no, se queda con alguien que también la quiere, con lo que no me añora nada. Antes vivía con la duda de si lo estaría haciendo bien o mal, o si debería hacer esto o dejar de hacer aquello, pero nadie tiene esas respuestas, así que decidí no mortificarme demasiado. Pensándolo bien: ¿eran mis padres perfectos? rotundamente no. Aún así, ¿he salido medianamente bien y sin carencias afectivas, económicas o de cualquier otro tipo?. Pues sí.

Con que R. tenga la misma sensación cuando sea adulta, me doy con un canto en los dientes.

8 comentarios:

  1. Bueeeno, por fin hablas de ella, tanto tú, tanto tus amigas, tanto concierto, tanta fiesta, tanto sexo, que ya creía yo que eras un poco desnaturalizada(.....que es broma).Por fin una madre que dice que su niña era una ratita porque mira que son feos los prematuros.
    No quiero ni imaginar lo que fueron los primeros meses.
    ¿Sabes que hecho de menos?Un blog de mamás que hayan tomado cañas durante el embarazo, que fumen delante de sus hijas, que admitan que a veces se te pasa por la cabeza tirarla por el balcón(o que al menos puedas entender que a alguien se le pasó por la cabeza tras tres meses de cólicos), que admitan que de vez en cuando hay que colocarlos para tener un finde de sexo, drogas y rock and roll.
    Y que conste que no es mi caso, porque yo, gracias a mi atípico trabajo, puedo tener todo eso sin sentirme culpable pero....ya lo dejo que me estoy enrollando.
    Este mes todo el mundo escribe sobre la paternidad¿será que con este tiempo no tenemos tema?.
    Lo dicho, lo hacemos de puta madre.

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  2. Las falsas expectativas que te venden de la maternidad son el horror.

    Igual que la idea esa de que segun nazca vas a supurar amor maternal..mentira. El vínculo se va creando poco a poco...

    Y sobre las fundamentalistas..sin comentarios.

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  3. Yo soy fan de R.

    No tengo hijos, ni voy a tenerlos. Me gustan los niños pero nunca he sentido la necesidad, ni las ganas, ni ná de ná de lo que comporta la maternidad.

    Pero me gusta R. Me gusta cuando somos compañeras de viaje en la parte trasera del coche, oyéndola reír mientras mira una peli con sus auriculares puestos. Es de las niñas menos coñazo que conozco, y sí, ya sé que no la veo todos los días, pero ir juntas en coche es una prueba de fuego importante.

    Soy fan de R., porque la materia prima es buena, pero también porque lo has hecho bien (almenos hasta ahora)y que lo diga yo... es que debe ser verdad.

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  4. Jo, yo no soy madre,pero si que quiero serlo, porque a mí me gustan un montón los niños, de hecho tengo 3 hermanos que se llevan 20 meses (unos son mellizos) y me ha tocado cambiar pañales, dar biberones y esas cosas desde que tenía 7 años... aún así, quiero tener hijos.
    Me alegro que la tuya esté tan bien y te doy la razón con lo de que los niños son una mezcla horrible, que te pueden dejar loca, pero seguro que merece muchísimo la pena =)

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  5. R. es una luchadora nata desde el día que vino al mundo. Recuerdo como si fuera ayer el día que fui a conocerla al hospital, parecía un conejillo pelao entre tus manos, aún ahora me emociono, no las tenía todas, puedo decírtelo.
    L@s niñ@s son unos malditos cabrones egoístas y tiranos,pero la inocencia y candidez de sus momentos de relax vale un imperio.
    No hay nada, NADA que llene más que oir cada mañana como te dicen "t'estimo, mami" con tanta sinceridad.
    Y las cosas no acostumbran a salir como las planeas, pero bien está lo que bien acaba...R. es cojonuda, como sus padres. Se merecía vivir....vosotros a ella.

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  6. Salamandra, cuánto amor :)

    Aunque creo que puedo entender esas sensaciones maternales, no las he vivido en mis carnes (¿valdría lo de tener un hermano bastante más pequeño?)
    Yo es que todavía estoy 'esperando la llamada',... Creo que alguien perdió mi número, o yo me lo cambié sin avisar, ups ! Vamos que a este paso, ni con arroz Brillante ! XD
    Disfrutad la una de la otra todo lo que podáis, que lo de ser hija sí que lo tengo claro. Además, en mi caso me llevo pocos años con mi madre y eso, cuando te haces adulta (antes no) mola mazo ;)

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  7. Ay, bendita maternidad. El sentimiento maternal solo viene en los manuales, y la que lo tiene previo es porque tiene una vida vacia o very very happy (o eso es lo que se cree). Yo he asistido a nacimientos propios y ajenos de madres que se creian monstruos porque no sentian la llamada de la naturaleza. Pero hay un momento, ése, en que toda madre descubre que lo es y ese es su principio y su fin.
    Celebro de corazon que tu R saliera adelante, para mi es una señal, la vida la espera para conseguir algo grande de ella.
    Yo creo que la vida nos manda aquello que podemos soportar, por eso no hay un mosaico de niños espachurrados a los pies de los balcones. Madres imopacientes = hijos trankilos y viceversa.
    La vida (o Dios si lo hubiera) acertaron conmigo.
    Besitos grandes a tu R

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  8. Pseudo: sí, sí, ¡por fin me he destapado!. Y sí, un blog de "madres no perfectas" estaría la mar de bien ... venga, ábrelo y empieza que te ayudamos ;-) smuack

    Moli: Sí, sí, y para qué, si ya se retratan ellas solitas. Un beso guapetona

    Kitty: Gracias. Aunque a tenor de los abrazos que os dais cada vez que os veis, creo de el clubdefanato es mutuo. Un besito.

    Iren: Sí, si que compensa. Aunque que conste que esto te lo digo ahora que son las 10 h de la mañana, si me lo preguntas a las 21 h. de la noche a lo mejor te contesto otra cosa ;-)

    Sinco: Recuerdo perfectamente el día que viniste al Hospital, y también recuerdo la expresión de tu cara. En esos días yo estudiaba mucho las reacciones de la gente que venía, y todos sin excepción teníais la misma cara de acojone. La verdad es que impresionaba verla, tan minúscula. Pero como bien dices, hemos tenido un buen resultado así que lo doy por bien vivido ... y gracias.

    Charlie: Pues no, los hermanitos pequeños no cuentan. Si algún día te reproduces, ya me lo explicarás XD ...

    Filomenta: aiiins, cuánta sabiduría popular entraña ese cuerpecito tuyo ;-) ... y lo de la señal, pues espero que sea cierto, no eres la única que me lo ha dicho ... un besote guapa

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