martes, 5 de abril de 2011
FUGAS
Hace unos días en el zoo de Barcelona se escaparon de su instalación dos lobas. Esto hizo que toda la gente que se encontraba de visita en sus instalaciones fuera evacuada a una zona más segura, el terrario. Sin demasiados problemas hallaron a las lobas y las devolvieron a su "hogar".
Leo también hace pocos días que en el zoo del Bronx, en New York, se ha escapado una pitón gigante y que siguen sin encontrarla.
Parece ser que esto ocurre a menudo y cuando se trata de un animal, más o menos fiero, la prensa se hace eco con ese tono amarillista tan feo (lo importante es que la seguridad de los visitantes no corra peligro, y lo que le ocurra al animal, poco importa). Supongo que si se escapa un Bambi, a no ser que sea atropellado o algo así, no nos enteramos.
Recuerdo que la visita anual al zoo cuando era pequeña era, de todas las actividades familiares posibles, la que más me gustaba. Podía estar horas mirando a los primates. Me fascinan desde pequeña igual que me fascina la belleza de los felinos. Flipaba mucho con las groserías de Copito de Nieve, aunque me daba mucho repelús. Y mis favoritos eran los orangutanes (idénticos a los que había visto en "El Libro de la Selva", una de las pocas pelis Disney que me gustaba).
Además de pequeñita siempre fui muy piojera. Cada año al empezar el cole yo tenía visitantes en mi cuero cabelludo, y cuando iba al zoo y veía a las mamás chimpancés y orangutanas desparasitar a su prole, pues qué queréis que os diga, me identificaba mucho con ellos.
La última vez que fui siendo adulta, me sentí muy identificada con ellos, pero no por los piojos, sino por la profunda y absoluta tristeza humana que se aprecia en sus ojos. Me cuesta aguantarle la mirada a un primate, me siento como si me estuviera pasando cuentas.
Hace unos años quedé para comer con mi amigo E. que vivía prácticamente al lado del zoo. Quedé en pasar a recogerle e irnos dando un paseo por el Parc de la Ciutadella. Llegué a su casa y al llamar al interfono me percaté que había un oso medio de pie medio sentado enfrente del ascensor. Flipé!!!
E - Sube, no estoy listo.
K - Oye, E.... estoooooo... es queeeeeee JODER HAY UN OSO FRENTE A TU ASCENSOR
E - Jajajajajaja... Venga sube. Qué cachonda eres!
K - No, no, no, no, de cachonda nada. Hay un pedazo oso que me tiemblan las piernas. Voy a avisar a todo el mundo para que no salga de casa y tú llama a quien sea!
Huerga decir que la primera reacción era de estupor. La gente se lo tomaba a pitorreo. Finalmente llegaron la Guardia Urbana, los Bomberos, varias ambulancias, cuidadores del zoo (del tipo Cocodrilo Dundee) y mediante un dardo adormecedor consiguieron recuperar al oso escapado. Cuando finalmente los vecinos pudieron salir de sus casas y E. pudo bajar, ya era casi la hora de merendar. El oso pesaba un cojón y parte del otro, al quedarse frito se quedó encajonado entre la pared de los buzones y el ascensor y sacarlo de ahí fue la leche.
Aún así me gusta que se escapen.
Me gusta que intenten zafarse de las miradas de los humanos.
Admiro que hagan de animales, que es lo que son.
Me encanta que no quieran seguir en ese escaparate.
A menudo me avergüenzo de ser humana.
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Lo más parecido que tenemos los humanos a un zoo, es el facebook.
ResponderEliminarSoy de gatos, precisamente por eso, vuelven cuando quieren y porque quieren. Como dice "Muchachito", "los gatos no tienen dueño, los gatos no tienen amo, No respetan las señales, no responde los reclamos, vivir así comprade no puede ser malo".
ResponderEliminarNo hay nada más triste que un animal en una jaula...o bueno, quizás un humano en una oficina...
Temazo de Parálisis Permanente....
http://www.youtube.com/watch?v=v0PmO-6Ic0Q
Kitty!!!! Jamía qué cara eres de ver. Ya estábamos por llamar a la urbana para ver si te había pasado algo ... ;-)
ResponderEliminarQUE GRANNNNN POST!!!!!!! me ha encantado. La última vez que fui al zoo (no hace mucho) me quedé pilladísima con una chimpancé, y desde entonces pienso mucho en ella. Estaba sentada junto a un cristal mirando para fuera, para dónde estaba la gente, vamos. Me senté al otro lado y la miré. Ella me miró, y ahi estuvimos mirándonos la una a la otra durante unos momentos. Entonces toqué el cristal, planté mi mano en el cristal y la dejé ahí, como dicéndole "tía, que mal me sabe que estés ahi encerrada", y ¿sabes lo que hizo? ella puso su mano sobre la mía mientras me miraba. Y así estuvimos con las manos cada una a un lado del cristal y mirándonos. Su mirada era tannnn triste, tan ... ¿humana?. Os juro que me estaba pidiendo ayuda. Os lo juro.
Así que entiendo perfectamente que digas que no puedes sostener la mirada de un primate...
Lo del oso es verdad????? jajaja ¡no puede seeeer! jajajaja
Hay un libro precioso: "El zoo humano". Describe a la perfección como no hemos superado nuestros instintos animales y como, supongo que para disculparnos ante nosotros mismos, hemos intentado humanizar a los animales. Hace años que no puedo visitar un zoo sin que se me rompa el alma. De todas nuestras crueldades, el zoo es, para mi, la peor de ellas.
ResponderEliminarYo proclamo una liberación masiva de animales de zoo, como la de enanos de jardín, empecemos por los insectos y los felinos ya, si eso, los vamos dejando pal final.
Salamandra, libera a la mona o su súplica te perseurá eternamente
kitty, por pensar igual que tú, dejé de ir al zoo. Además, yo ya me despertaba con un oso en la cama cada mañana hace un tiempo. Suerte que también se escapó. ¿O la que se escapó fui yo? ^_^
ResponderEliminarJuro por lo más sagrao que la historia del oso es verídica. Si me pongo a pensar hasta podría sacar la fecha exacta.
ResponderEliminaryo también me avergüenzo de ser humano...
ResponderEliminarmuchas veces, muchas...