Hoy he ido a un entierro. No, no os asusteis, no tengo ninguna intención de hacer una entrada de estas profundas y funestas: ni tengo el día de ponerme trascendente, ni me da la gana de tenerlo. Pero el tema me ha dado qué pensar.
El de hoy era de una familiar mía que ha fallecido a los 81, después de muchos años de arrastrar un Alzheimer galopante. La crónica de una muerte anunciada. Por mucho que te lo esperes, cuando llega el momento es triste; la familia llora y tú te acercas para consolarles y acabas gimoteando algo sin saber muy bien qué decir. Soy de lágrima fácil y empatizo mucho con el dolor ajeno: si lloras en mi presencia, acabaremos llorando los dos a moco tendido. Es algo que no puedo controlar y me fastidia, porque creo que uno en estas situaciones debe estar allí para acompañar y consolar, no para hacer la plañidera, pero os aseguro que no puedo evitarlo (y es un cante, porque mis hipos a veces superan a los de la propia familia) ... Precisamente por esta incapacidad de contención mía, en estos casos intento no interactuar demasiado con las personas afectadas: voy, saludo, les beso y me largo rápidamente fuera de su radio de contagio. Sobriedad y circunspección de lo más catalán. Hoy he hecho exactamente lo mismo, porque una de las hijas de la difunta estaba sollozando a mares y al mirarla, casi automáticamente he notado que un torrente desbocado se apresuraba hacia mis lagrimales, así que le he plantado dos besos y he escapado a todo correr hacia una zona menos emotiva. Desde esa distancia en la que he permanecido alejada voluntariamente, me he parado a observar atentamente el ritual, la ceremonia absurda que nos hemos montado para despedir a los que nos abandonan. Y me he acordado de todos los entierros a los que he asistido ... que han sido bastantes, por desgracia. Más o menos emotivos, religiosos o laicos, todos destilaban, en general, la idiosincrasia del difunto. La interpretación de los que quedaban de lo que a él/ella le habría gustado. O precisamente todo lo contrario.
He estado en entierros en los que el finado era un compendio de virtudes, el mejor padre, la mejor abuela, el mejor católico, la mejor amiga de sus amigos ... en fin, que no hay como estirar la pata para que, por arte de birlibirloque, el agarrado pase a ser ahorrador, el cabrón pase a ser persona de carácter y la ligera de cascos pase a ser de natural generoso. En una ocasión oí decir de alguien (que había sido un puto machista y un tirano con su Santa) que dejaría un vacío insuperable en su familia, puesto que había sido un padre y un marido ejemplar. Todo el mundo miró automáticamente a la primera fila, y la cara de poker de la pobre viuda fue un poema. ¿Porqué hacen estas cosas, porqué sueltan estas perlas y no se informan primero un poco? ... es una cosa que me cabrea sobremanera.
A decir verdad, sí hubo una vez en la que pude asistir a un entierro claro, franco y sincero: uno de los hijos habló desde el púlpito a todos los asistentes para manifestar que su padre, de cuerpo presente, había sido un padre de mierda (sic), pero que era el único que habían tenido y no les había quedado más remedio que aprender a quererle así. Y que había sido duro. Me impresionó la carga de sinceridad y la valentía de soltarlo allí, delante de toda la concurrencia entre la que estábamos familiares y amigos, pero también un montón de personas que no eran tan allegados, y a las que el discursito llenó de estupor.
Me he acordado asimismo del entierro de un amigo que se mató en accidente a los 21. Su madre y su hermana se desmayaron de dolor, fue horrible y uno de los peores días de mi vida. De igual modo, ha venido a mi mente el recuerdo de la incineración de mi amiga Isabel, un cáncer se la llevó cuando no había cumplido los 60. Como era más roja que la bandera soviética y anticlerical a más no poder, dejó dicho que no quería ni un puto cura en su entierro, ni un salmo, ni un cuarteto de cuerda. Allí sonaron los Beatles, Eric Clapton y Serrat.
En otra ocasión, acudí a un entierro en el pueblo de mi madre. Llevaron el ataúd a hombros por todo el pueblo, en un recorrido que duró más de dos horas y al que siguió una serpentina kilométrica de personas. No quedó NADIE en sus casas: a pequeña escala fue tan multitudinario como el de Lola Flores. Y también he recordado los entierros a los que he asistido por parte de mi familia política, porque en todos y cada uno de ellos, la cosa ha acabado delante de una comilona con su vino y su cava correspondiente. Me alucina la facilidad que tiene esta familia para juntarse y acabar de cachondeo, aunque horas antes estuvieran todos unidos por el dolor.
He recapitulado, pues, muchos de los entierros a los que he asistido, y he llegado a la conclusión de que el día que la diñe me gustaría que mi adiós a este mundo fuera como yo quiero. Es por ello que, después de mucho meditar, voy a dejar constancia escrita de mis últimas voluntades por si, por aquellas cosas del destino, el día de mañana me electrocuto al cambiar una bombilla, me suicido sin mirar la primitiva, me ahogo en la piscina de un barco o me desnuco en la bañera fornicando. Ya sé que mi familia no tiene ni idea del mundo másqueperro, pero aquí mis co-bloggers, que tendrán la elegancia y el buen gusto de morirse después de mi, ya lo harán llegar a quien proceda.
Así que ahí vienen: las últimas voluntades salamandras.
En primer lugar, quiero morirme bien. Y eso es, en plenas facultades mentales. Porque creo que no hay nada peor que morirse cuando el que se muere ya no eres tú. Y ya os digo que si en algún momento tengo noción de algo que va a degenerar en mi sin remedio, cortaré por lo sano mucho antes. O pediré que lo hagan por mi, una sobredosis a tiempo no tiene precio.
Segundo: que me incineren. Primero por higiene (¿gusanos a mi? ¡ja!), y segundo porque he leído mucho a Poe, y eso, querais que no, marca mucho. Y con mis cenizas ... haced lo que querais, pero sería bonito que os hiciérais un relicario y lo llevarais colgadito al cuello ... eees broma.
Tercero: Emulando a mi querida Isabel, ni un puto cura, ni un puto salmo, ni un puto lloro. Quiero que en mi incineración suene esto, esto y esto. Y si queda tiempo, esto.
Cuarto: Me gustaría que, si alguien tiene ganas de decir unas palabras, que estas sean recordando los buenos momentos, las borracheras, las risas, los besos y los abrazos. Nada de "fue una muchacha buena", no. Como mucho "fue una pedazo de petarda, ¿os acordais de que siempre se perdía en todas partes y que conducía como el puto culo? ¿y de lo melindres que era con las comidas, que cualquier cosa que llevara queso o mayonesa le daba arcadas? ¿o de aquella vez que nos invitó a un arroz el día de su cumple y cayeron 17 botellas de cava y otras tantas de vino y acabamos todos a cuatro patas? ¿o de aquella noche que en mitad de toda la caraja nos enseñó las tetas en medio del BBK de Bilbao?" ... esas son las cosas que teneis que recordar cuando yo falte, queridos.
Y quinto: Quiero que la gente CELEBRE que me he ido por todo lo alto: pegaos una comilona en toda regla, con su vino y su cava correspondiente. Y si puede ser, que el vino sea Pago de Carraovejas, y el cava, Kripta. Brindad a mi salud con mis bebidas favoritas. O si lo preferís, después del postre os empotrais unos gintonics de Mare, o unos chupitos de Glenrothes. Y no me seais ratas, coño, que una sólo se muere una vez.
PD. ¡Eh! no tengo intención de morirme todavía, eso que quede clarinete. Si depende de mi, vamos a tener muuuchos años de petardez que evocar ...
Ejem, ejem... vamos por partes, coleguita.
ResponderEliminarPunto 1: dudo mucho que tú te mueras antes que yo, pero si por cosas del destino así fuereeeee... cuenta que actuaré como un puto notario para que todo salga como has dejado escrito.
Punto 2: sin duda serás recordada por el petardeo, eso dalo por hecho. Pensaré en ese arroz (y tanto otros que he degustado), en esa cantidad ingente de botellas que nos pimplamos, en tus tetas bilbaínas, en las risas, en la compañía que nos hemos hecho...
Punto 3: mi asistencia a entierros siempre termina también en una comilona. Es más, en el de mi padre luego fuímos todos a ver el Barça-Madrid y terminamos con una taja monumental.
Y por último decir que yo también asistí a un funeral en el que el hijo comentó literalmente:
"Mamá, te echaremos de menos, pero por tu mala leche, tu despotismo, lo rancia que has sido... y creedme, no es broma". Me encantó!
Yo también quiero que se "celebre" mi muerte y se peguen unas risas recordando lo borde y lo petarda que soy a veces, pero me falta dejarlo por escrito, eres notario? jajaja. Larga vida Salamandra!!! Y que yo lo lea! ;)
ResponderEliminar1besico!
Yo estuve en uno la semana pasada.
ResponderEliminarFui mucho más escueto y creo que por eso la gente se lo tomó a coña.
Cuando la muerte llega parece que se quedara rondando, desde la primera vez que fui a un entierro, el de mi abuela, he tenido la impresión que demasiada gente se fue... mi abuelo, mis tíos, mi mamá... pero después de la muerte de mi madre no he querido ver ni uno más.
ResponderEliminarTampoco soy creyente, por tanto yo también quisiera tener una muerte diferente... algún día voy a pensar en eso, por ahora siento que tengo bastantes probabilidades de seguir en este mundo por muchos años más.
Saludos Salamandra :)
No sé si he leído con más morbo e interés las anécdotas de entierros o las últimas voluntades. Saludos.
ResponderEliminarJooooooder, Lagarta.
ResponderEliminarAsí sea!!!
(en el mío ya sabeis, "Howling at the moon" de mis adorados Ramones, unas birras y a bailar).
Sólo espero que la parca me lleve antes que a cualquiera de mis amigos, no puedo ni pensar en perderos, me da un vahído.
Love you, my sweet.
(No te mueras nunca, so perra!)
Las anécdotas de entierros me las guardo para una entrada.
ResponderEliminarLa música que has escogido me parece de lo más apropiado.
¿De verdad te dió por enseñar las tetas en Bilbao?......joerrrrrr
Muy buena esa escena de "El sentido de la vida". Yo en mi caso quiero un ´funeral en plan vikingo-irlandés, con mucho alcohol, canciones,bailoteo y al final una vistosa incineración. Besos. Borgo.
ResponderEliminarJoder pues para no querer ponerte profunda... jajaja
ResponderEliminarDisfruta la vida... mientras vivas!
A mi me parece que el ritual que se monta por aquí cuando la diñas es una mierda: todo ese rollo del velatorio, la misa en el entierro, pufff...
ResponderEliminarPor eso me parece buena idea lo de dejar las disposiciones oportunas para un "funeral" decente, de hecho, también he pensado en hacerlo, pero nunca me pongo porque me da un poco de mal rollo...
Y si no, como los parsis, a tirar el muerto a los buitres y a cascarla. (http://es.wikipedia.org/wiki/Torres_del_silencio)
Yo lo de dar el pésame se me da fatal. Y recibirlo también.
ResponderEliminarTambién quiero incineración, pero vamos, que un vez "game over" supongo que me dará igual.
Saludos.
Kitty: Pues así me gusta, que me seais obedientes. Si no, volveré del otro mundo, y me apareceré. Que lo sepais. ¡Muain!
ResponderEliminarFiona: ¿y pa' que tienes un blog criatura? que con la cantidad de ojos que lo leen no hace falta notario ni náaaa. Besos
Hombre de Alabama: Qué manera más sutil de llamarme rollera ¿no? ;-)
Carlobito: Te entiendo. Pero hay veces en los que te toca y no te puedes escaquear ... larga vida guapo.
Johnny: jajaja. Pues yo que me alegro, oyes. Besos.
Sinco: que síii, que Ramonada pa'la niña. Nos quedó claro.
Yo tampoco puedo pensar en eso. No me hagais esa putada por favor. Love you too. Muá
Pseudo: Sí, sí, las enseñé. Tampoco hay pa'tanto mujer, en la playa enseño mucho más ;-)
Zueras: ¡Eso! me apunto a la vikinguez ... Y sí, los Monty son geniales siempre. Besos
Spaski: que noooo, que no me he puesto hombreeee. En ello estoy ;-)
Lobo de Bar: Pues hay que dejarlo ... lo del cuerpo a los buitres, o a la ciencia, o para hamburguesas de perro sería guay, pero la cantidad de papeles que hay que hacer se ve que no es normal...
Dante: si, la verdad es que una vez muerto, qué más da ... pero no me gustaría que los que quedaran lo pasaran demasiado mal, sí me gustaría que se llevaran un buen recuerdo, dentro de lo malo. Es difícil de explicar, fue toda una paranoia que me entró ... en fin.
Besos a todos por los comments. ¡Seguimos!
me parecen unas últimas voluntades cojonudas, muy suscribibles, incluso en la selección musical. a mi también me gustaría algo parecido, incineración, canciones elegidas, sin curas ni misas, recuerdos positivos, sinceros, y (dentro de lo posible) celebración. son jodidos los entierros, sí, yo llevo unos cuantos también, algunos muy chungos, y me he sorprendido con una fortaleza tremenda, imperturbable, y eso que soy bastante moñas, así, en general.
ResponderEliminarBuena entrada, y buena reflexión. Me encanta la idea de compartir mis voluntades con co-bloggers. Tomo n0ta de las tuyas.
ResponderEliminarJoder,, es verdad,, tendemos a ser ratas. Sólo se muere una vez. Están dando ganas ya eh? :D Fiesta !
Saludos !