jueves, 22 de diciembre de 2011
TATTOO (the last)
"... una geisha con kimono azul y flores amarillas". Necesito beber algo, me levanto en dirección a la nevera mientras le digo que necesito descansar un momento. "No te preocupes, no me acerco, solo voy a buscar algo fresco, tengo mucha sed. ¿Quieres tomar algo?". "No, creo que no, prefiero que acabes". Quiero agua pero en la nevera solo hay soda, así que me voy al baño a beber del grifo. "Dame un segundo, por favor". Aprovecho para mojarme la cara y, mientras me seco, puedo verle desde el espejo, cabizbajo, esperando, y decido volver a los pies de la cama. Cierro los ojos y me dejo llevar por la memoria y la intuición. "¿Listo? Parte trasera de la pierna izquierda. Bajando desde el muslo un samurái con los brazos abiertos como si fuera a desenfundar la catana verde y oro que cuelga del fajín. Lleva un moño y la parte central de la cabeza está rapada, tiene los ojos sombreados de un rojo intenso y cara de pocos amigos. Los ropajes son de colores bellísimos, intensos: añil, ocre, blanco, naranja..." Abro los ojos, "c'est fini".
Lleva un buen rato sin decir nada, ha ido al lavabo y al salir lleva puesta la toalla de manos a modo de pareo mientras yo sigo sentada en los pies de la cama, tranquila, como si me hubiesen vaciado. Arrastra una butaca hacia mí y se sienta enfrente. Como el primer día que nos vimos, rodilla con rodilla, y es entonces cuando veo que asoman las lágrimas. Pongo mis manos en sus mejillas y se las seco con la punta de los dedos. "Estoy impresionado. Sabía que lo harías, ha sido... Necesitamos beber algo, ¿llamas y lo pides, por favor?". Decido pedir un par de Glenrothes reserva, sin hielo, sin agua, sin artificios. No me atrevo a preguntar, pero al tenerlo tan cerca me doy cuenta de haberme dejado muchos detalles, y no sé qué debo hacer, supongo que debería esperar la copa, bebérmela y largarme pero sin saber muy bien por qué le cojo la mano, entrelazo mis dedos con los suyos y empiezo a hablar. "¿Sabes?, hace años ayudé a una amiga a realizar un trabajo sobre ¿Sueñan los invidentes en color?, y solo un porcentaje muy bajo dijo que creía que sí. Me fascina y me asusta pensar en cómo se vive en la oscuridad". Llama a la puerta el servicio de habitaciones, abro y un camarero nos sirve lo que hemos pedido. Disimula pero ha mirado de reojo al hombre desnudo, sé que no entiende la situación, yo sigo completamente vestida. Le acerco el vaso y me quedo de pie a su lado. "Sé que sabías lo que te he contado por que habrás sido tú quién pidió el tatuaje, quién se lo describió al tatuador. Lo que no entiendo es por qué me has pedido que hiciera esto". Se bebe la copa de un solo trago, se levanta, me coge por la nuca acercando mi cara hacia él y me da un largo y cálido beso. Busca una carpeta que hay encima de la cama y en la que me he fijado al sentarme en ella. Saca unas láminas y me las tiende.
"Entonces, ¿ella hizo estos dibujos pero nunca te contó qué había dibujado?". Alucino. Lo que lleva tatuado es la obra de la que fue su mujer, una japonesa ilustradora que jamás le explicó ni lo que había dibujado, ni lo que significaba, ni nada de nada. "Si tú no me lo hubieses preguntado nunca habría querido saberlo. Sé que es un tatuaje perfecto, me lo han dicho muchas veces, pero lo hice por amor y no hacía falta nada más, confié "ciegamente" en ella". Ese "ciegamente" nos hace reír a ambos. Ahora sé que las lágrimas son por ella, que no tienen nada que ver conmigo, ni con la experiencia que hemos vivido juntos, y me duele. "¿Por qué lo has querido así?, habría podido explicártelo el primer día cuando fui a tu despacho. Me lo has hecho pasar mal con la espera, con esta especie de prueba extraña". Se acerca y empieza a quitarme la ropa. "Quería llegar hasta aquí. Me apetecía seducirte, llegar a esto. Ha sido una forma de tenerte en vilo, de ponerte a prueba. Quería llamar tu atención. ¿Me ayudas con el sujetador?". Le cojo ambas manos y hago que me abrace llevándoselas a mi espalda, luego le ayudo a desabrocharlos. Él sigue con el resto de la ropa y yo no pongo ninguna oposición. No sé si es fruto de la ceguera pero tiene una forma de acariciar que me da escalofríos, las palmas de sus manos son suaves, calientes y ávidas. Lo encuentran todo. "No acabo de entender el dibujo de este tatuaje, ¿es un caracol?. El hombro es un sitio perfecto para un dibujo de formas redondeadas". ¿Cómo voy a llevar tatuado un caracol?. Aunque es increíble lo de este hombre, si yo me toco no noto nada y, en cambio, él sabe que ahí, bajo mi piel, se esconde algo. "Es parte de la letra de una canción escrita en espiral y pone: ... te deslizas como si fueras de viento y al contacto con mis dedos te desvanecieras". Me tumba en la cama y se pone encima mío y mientras me va quitando las bragas me dice: "parece que lo haya escrito yo... para tí".
Levanto la cabeza de encima su pecho, me incorporo para coger el móvil y mirar la hora. Afuera ya es de noche. Me levanto de la cama y voy recopilando la ropa que él ha ido tirando al suelo. Mientras voy vistiéndome le miro, puedo hacerlo abiertamente, aunque a veces pienso que él lo ve todo, que tiene algún sexto, séptimo u octavo sentido que le faculta para ello. "Quiero proponerte algo. Me gusta tu voz, ¿por qué no quedamos un par de veces por semana y me lees? Yo traería los libros y tú solo tendrías que leer. Podríamos venir aquí, establecer esta habitación como nuestro cuartel general. ¿Qué dices?". Es gracioso, hubo un tiempo en el que me gané la vida así, haciendo de lectora por horas. Solo que mis clientes eran ancianos con esposas ancianas que ya no podían hacer esta función. "Digo que sí, que me encantará". Me comenta que le iría bien los martes y los jueves, que podríamos quedarnos a dormir en el hotel esas noches. Le digo que sí a todo. Me siento en el borde de la cama, le beso y le digo que me voy. "Entonces nos vemos el próximo martes. Ah! Se me olvidaba. ¿Sabes dónde está el portafolio en el que traía las láminas?, ¿podrías acercármelo si lo ves?" Con un vistazo rápido lo localizo en el suelo al lado de la mesilla. Se lo doy y cuando hago el gesto de ir hacia la puerta me coge el brazo y me da un sobre. "Es un regalo. Ábrelo cuando estés fuera de aquí".
Llego a casa, me sirvo un whisky, pongo música...
... me tumbo en el sofá, abro el sobre y saco una lámina. Es un retrato mío.
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Debe usted ser de piedra... no haber abierto el sobre hasta llegar a casa!
ResponderEliminarEste ultimo episodio... no. Mejor me callo; no quisiera halagarla, que esta muy feo.
Cooooño.
ResponderEliminarjoder, Kitty, te has lucido. El final me ha dejado.....alucinada.
ResponderEliminarKisses de todo y por todo desde la fría estepa lleidetana, love you.
Me ha encantado, toda la historia, y magnífico final. Aunque por un momento eché en falta algo más de sexo (es broma :p , no hacía falta).
ResponderEliminarTe topaste con el mismísimo Zatoichi!
El final es bru-tal.
ResponderEliminarPerfecto.
Marvelous!
Nos vemos tonight, darling
Buenísimo relato, lo has bordado
ResponderEliminarBos días amicus:
ResponderEliminarGenial, algo intuitivo en algunas partes; pero después el final es estupendo por lo anacrónico que resulta. Sino he entendido mal, resulta, incluso, de mago...
Breves saludos petons (vaya, empiezo a hablar como vos)
DEICA LOGO AMICUS...
ÑOSSSSSSS, un relato magnifico, me ha tenido en vilo, un final maravilloso, no tengo palabras.
ResponderEliminarsaludos.
Last train to Dagenham: querido sabe usted sacarme los colores. Pero si me permite: halágueme o... (¿calle para siempre?) Por cierto el nombre y apellido de hoy es muy bello.
ResponderEliminarPseudo: y con dos cojones!
Sinco: aishhh no mientas, que a ti ya pocas cosas te sorprenden. Un beso desde la city condal.
Lobo: quizás tengas razón, un poco más de guarrez no la habría venido mal, pero qué me dices de insinuar solo con atracción? también tiene su qué. Ah! Zaitochi es de las pocas pelis de Kitano que no he visto, ya tengo deberes.
Salamandra: mmmmmhhhh es que te acabo de ver... poco más que añadir.
Sergi: pues muchas y muchas gracias.
Beato: ¿anacrónico? ¿why? Aunque has empezado tan bien diciendo que es genial que solo puedo mandarte PETONS
Maria: mujer no te quedes muda! Me alegra mucho que te haya gustado. Gracias por leerlo entero!
Oh, dios... apenas hace 36 horas que le he enviado a su email mis pudicos halagos disfrazados de otra cosa ¿y ya me esta pidiendo que calle para siempre?
ResponderEliminarTell Me Now So I Know: Ya me disculpará usted pero dicho correo se lo habrá mandado a otra gata porque yo no lo he recibido. ¿Sería tan amable de revisar la dirección de envío? No me gustaría pensar que gmail le ha puesto como "indeseable", cosa que por cierto no he mirado. Por favoooooor vuelva a mandarme el correíto para que no le mande callar ni un segundo.
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